Este cementerio, también conocido como el viejo cementerio judío de Cracovia, se encuentra junto a la sinagoga de Remah, construida en el siglo XVI, el cementerio empezó a utilizarse en 1535 y estuvo en uso hasta 1800, cuando se creó el nuevo cementerio judío, más grande y espacioso. Recibe su nombre del rabino Mosses Isserles, cuyo nombre es abreviado como Remah, enterrado allí. Este hombre era una gran figura de su tiempo, ya que fue astrónomo, historiador, filósofo y geométrico.
La sinagoga es la única de las muchas de la ciudad que sigue activa para el culto judío.
Al cementerio se accede a través de la sinagoga, y en la puerta hay una placa escrita en hebreo, polaco e inglés que conmemora la los mártires judíos que fueron aniquilados por los nazis alemanes entre 1930 y 1945.
“Earth do not cover their blood” , dice el final de la placa.
Antes de que llegaran los nazis, y sabiendo cómo se habían ido comportando en otras zonas, los familiares de las personas enterradas intentaron esconder las lápidas para que estos no las destrozaran para utilizarlas como adoquines, como ya habían hecho en otros sitios. Aún así llegaron a tiempo para destrozar bastantes. Los fragmentos de las lápidas que fueron encontrados después conforman ahora un muro, llamado de las lamentaciones, como recuerdo de lo que allí ocurrió.
El resto de las lápidas rescatadas volvieron al cementerio, pero se ve claramente el destrozo que los nazis hicieron. Por cierto, la tumba del fundador del cementerio fue una de las que permanecieron intactas. Actualmente cuenta con unas 700 lápidas, restauradas, que datan de cuatro siglos atrás y que son un ejemplo del judaísmo en el Renacimiento.
Llaman la atención la cantidad de piedras sobre las tumbas que aún hay. Los judíos las colocan a forma de recuerdo y acompañamiento hacia la persona allí enterrada después de rezar.
Mil gracias a Randy Meeks que se acordó de nuestra petición fotera (siempre negaremos el acoso y derribo que le hicimos cuando nos enteramos de que se iba a esa zona de vacaciones)