Rito funerario Tonga

 

 

Tonga es un pequeño país de Oceanía, formado por unas 177 islas de las que solo 36 están habitadas. A pesar de la influencia del cristianismo, sus habitantes siguen manteniendo sus tradiciones a la hora de enfrentarse a la muerte, en especial si el fallecido forma parte de la familia real o es un alto jefe.

La ropa

La vestimenta tradicional de los tonganos es la Ta’ovala. Según cuenta la tradición, los primeros habitantes de país llegaron en un barco después de una difícil travesía y sus ropas llegaron destrozadas, así que cortaron la vela del barco y se hicieron una especie de falda con ella. Una vez que llegó la influencia occidental su estilo de vestir cambió, pero para bodas y funerales se sigue utilizando esta vestimenta. El cristianismo hizo que, bajo esta falda (que se sujeta con una cuerda de coco o pelo de un ser querido difunto) , los habitantes vistieran del color oficial del luto en la religión, el negro.

Este luto es obligado para todos los habitantes; dependiendo de la cercanía con el fallecido, puede ser desde dos días si era un conocido, varias semanas si se trata de un familiar lejano o incluso un año si era directo. Las personas que llevan uniforme, solo deben llevar un brazalete negro. Todos están obligados a asistir al entierro. Dependiendo de la relación con el difunto, nuevamente, la Ta’ovala   (o kieke para las mujeres) está hecho de un material u otro en relación con el escalafón social que te diferencie del difunto: se suelen utilizar esteras rotas, o desgastadas, e incluso tapetes viejos para fabricar las faldas y sentirse inferiores al fallecido como señal de respeto. Si el difunto es un rey o un alto cargo, todos son inferiores, por lo que su vestimenta tiene que parecer roída o de baja calidad.

Vigilia

Una vez producida la muerte, todos los familiares son notificados, actualmente a través de mensajes de radio y no hay excusa para no asistir a los Putu (funerales). Todos los tonganos deben asistir a presentar sus respetos, llevar un pequeño regalo para el cónyuge no fallecido y comer algo. Como en el caso del luto, según la cercanía con el difunto este trámite podía durar unas horas si son conocidos, o días si es familia directa. La familia del fallecido está obligada a alimentar a todos los asistentes, así que cuanto mayor sea la importancia de este, se llegan a consumir toneladas de comida que suponen un gran gasto para la familia, claro. Esa misma noche, los familiares colocan una gran carpa o tienda de campaña y pasan la noche cantando canciones religiosas. En el caso de un rey, esta vigilia puede durar la semana entera.

Entierro

Este comienza en la iglesia, donde varios sacerdotes se hacen cargo del funeral de manera proporcional al rango del cadáver, por lo que puede durar desde una hora hasta 10. Mientras, los hombres y los niños van cavando la fosa en la que será enterrado. Acabada la conmemoración religiosa, todos van al cementerio, a veces precedidos por una banda musical, donde se dará sepultura a los retos y la tumba se sella con hormigón. Después todo el mundo se va, exceptuando la familia más cercana que puede permanecer allí durante diez días.

En el caso de que el fallecido sea el rey, este sólo puede ser preparado por el Ja’ un Tufunga, considerado como descendiente de un hermano del primer rey de Tonga, ya que el resto de los habitantes del país son inferiores. Sólo sus manos pueden tocar los restos del rey muerto.

En este caso, en los diez días después del enterramiento, los amigos y familiares llevan comida a los miembros más cercanos de la familia. Esta comida es colocada en cestas que no pueden ser llevadas con las manos, por lo que se colocan entre dos postes para llevarlas sobre los hombros.

Durante estos diez días nadie puede peinarse, por lo que al finalizar el duelo las mujeres son obligadas a cortarse el pelo. Durante la época precristiana, además, todos los asistentes debían cortarse un trozo del dedo meñique.

En este décimo día, será elegido el nuevo rey.

Al final del duelo, cien días después, se celebra la Kilikili Lanu (lavado de las piedras), donde unas pequeñas piedras negras (volcánicas), se frotan con aceite perfumado sobre la tumba. Con este acto, se da por terminado el rito funerario.

Paloma Contreras

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