Japón, tierra del Sol naciente, de las tradiciones milenarias y donde los términos “deber”, “honor>” y “obligación” representan la cultura de este país que demuestran sobre todo frente a gente desconocida o superiores.
Y al igual que en su vida cotidiana parece que se guían por ese halo ceremonial y armonioso, cuando fallece un familiar comienza un ritual funerario con el objetivo de embellecer al difunto y prepararle para iniciar su camino hacia el más allá.
Estamos hablando del ritual Nokan, tradición nipona que con el paso de los años y las influencias de otras culturas occidentales está abocada a su desaparición, pero que aún se agarra con fuerza en pequeños pueblos y ciudades del país nipón.
En Japón y al igual que en otras muchas poblaciones del mundo, el contacto con los muertos se ve con incredulidad, si en algún momento dices a lo que te dedicas la mayoría de la gente ”echa un paso para atrás” y te miran como si estuvieras infectada por algún virus mortal.
Eso también les ocurre a los Nokanshi, los profesionales que llevan a cabo la ceremonia Nokan y que se ven obligados en muchas ocasiones a ocultar su labor pues en Japón está considerada peor que el trabajo de enterrador.
Entendemos que pueda ser así, pero esta honorable tarea no hace más que ayudar al fallecido y a la familia en el último paso de este camino que es la vida, y de verdad, puede convertirse en una experiencia altamente gratificante.
El trabajo del Nokanshi se lleva a cabo con mimo y respeto, hay que salvaguardar la dignidad del fallecido que se encuentra frente a su familia; estos son testigos directos de este proceso donde los movimientos fluidos y elegantes quedan patentes desde el primer momento.
Lo primero que ocurre es el lavado del cuerpo del fallecido; este proceso representa el primer baño de un recién nacido en el más allá; con él se borra el cansancio, las preocupaciones y todo lo relacionado con lo vivido en este mundo. El Nokanshi realiza con cuidado y firmeza estos movimientos haciendo que en ningún momento la desnudez del cadáver quede expuesta a la familia pues eso sería un agravio imperdonable.
Después del aseo llega el momento de colocar al difunto el ropaje especialmente preparado para la ocasión, generalmente y debido a su cultura suelen ser exquisitos kimonos, el Nokanshi acomoda estas ropas con sumo cuidado y teniendo especial atención al detalle. Una serie de armoniosos movimientos se llevan a cabo en esta fase de la ceremonia; las ropas del difunto quedan bien estiradas y en ningún momento se le ve ninguna parte del cuerpo. Las manos se entrelazan para depositar entre ellas un mala budista o rosario dependiendo de la religión que profesaban los fallecidos.
Acabado este paso, llega el momento más delicado del ritual: el maquillaje del difunto es uno de los más importantes. El Nokanshi debe dejarle como si aún estuviera vivo. Aquí es vital ciertos detalles que te ofrece el mismo difunto; un hombre con la piel muy rasurada indica que se afeitaba todos los días, o en las mujeres que se maquillan a diario a lo largo de los años sus labios irán adquiriendo un tono rosado más oscuro indicando al Nokanshi que debe maquillarlos, aunque en un tono más discreto.
Terminado todo el proceso el fallecido es enferetrado; los ataúdes suelen ser de color blanco, color de luto en el país y que representa la palidez de la muerte. También colocan en el interior del féretro algún objeto personal que se pueda quemar y seis monedas para cruzar el Río de Tres Cruces de la tradición budista.
Un sacerdote llega para recitar los sutras; a su vez los familiares ofrecen tres veces incienso al difunto, con este último detalle da por terminado el velatorio. El funeral en líneas generales suele ser el día después del velatorio, aquí las familias suelen colocar alrededor del interior del féretro flores antes de que éste se cierre y sea conducido al crematorio.
Una vez incinerado llega otro momento muy especial para las familias, éstos van cogiendo los pequeños fragmentos de huesos que quedan tras la incineración y los irán introduciendo en la urna funeraria. Para ello se utilizan unos palillos de madera grandes e irán eligiendo primero los huesos de las extremidades inferiores para terminar con los huesos del cráneo, es importante este detalle pues así el fallecido no entra al revés en la urna.
Como podréis comprobar al final sea la cultura lo que impera es el respeto hacia el fallecido y la familia, por eso y a pesar de ser un trabajo muy poco reconocido muchos profesionales aseguran que se sienten muy felices cuando las familias agradecen la labor realizada con el difunto, sin duda una honrosa tarea.
Os recomendamos ver la película Okuribito (titulada en España “Despedidas”) donde os llegaréis a enamorar de este precioso ritual.