Las viudas no solemos salir bien paradas en los rituales funerarios de algunas creencias, véase los Sati , en los que la viuda es quemada viva junto a su marido difunto.
En algunas tribus de las islas Fiji, también practicaban un “curioso” rito funerario en el que involucraban a personas vivas para acompañar al difunto.
En estas tribus existe la creencia de que el difunto no va a saber desenvolverse solo en el Más Allá y necesita una compañía conocida que lo guíe. Y que mejor para eso que su propia esposa o alguna mujer pariente cercana.
Para ello la viuda, que suele ser la primera persona en enterarse de la muerte del marido, da la noticia a su propio hermano. A su vez, ella misma se ofrece a ser la persona que acompañe a su marido en la otra vida.
Y el ritual que siguen para hacerlo es la muerte por estrangulamiento.
Es el propio hermano de la viuda quien debe estrangularla. Si estos se negaran a hacerlo, por sentimientos (lógicos, vaya), sufrirían la vergüenza y la deshonra de la familia del fallecido y no podría volver a verlos nunca más.
A veces, los amigos y familiares intercedían por la viuda; mientras el hermano tiraba de un brazo para llevársela, los amigos y familiares tiraban del otro pidiendo la conmutación de la pena. Esto se solía hacer sobre todo si la mujer aún estaba en edad de volver a casarse, alguno de sus pretendientes podían salvarla.
Pocas veces aparecía ese pretendiente o esa persona que prefería ser estrangulada en lugar de ella, así que el ritual consistía en pasar una cuerda alrededor de su cuello, con ella de rodillas en el suelo, invitarla a expulsar todo el aire de sus pulmones y entonces, a su señal, apretar la cuerda. Con los pulmones vacíos al parecer el sufrimiento es menor.
Si el difunto es una persona importante, un gran jefe, sacrificaba con él a todas sus esposas, desde las más importantes hasta las de rango más bajo. El nombre de estas mujeres sacrificadas es “tho-tho” que traducido significa “alfombra de su tumba”
La excusa para cometer estos actos, según las creencias del pueblo, es una necesaria medida de precaución: En el camino hacia el Mbulu (su Más Allá) está al acecho un dios terrible, llamado Nangga-nangga, que es implacable y despiadado con los fantasmas de los solteros/as. Tan despiadado que cuando ve uno, lo coge y lo parte en dos arrojándolo después por un acantilado. Por eso todos los hombres fallecidos deben ir acompañados de al menos una figura femenina, para no ser atacados por este dios que tuvo una mala experiencia en Meetic.
En el caso de que la fallecida sea la mujer, o sea, haya viudo, la cosa se complica menos. No me lo esperaba. En este caso, el compungido viudo se corta la barba y la coloca bajo la axila izquierda de su esposa difunta. Esto le vale a Nangga-nangga como pase y demostración de que ella ha estado casada.
Este ritual fue prohibido en cuanto llegó el cristianismo de mano de los ingleses a las islas.