Siguiendo la serie de honras funerarias que tiene como protagonistas a grandes personajes de la historia, vamos a recordar el funeral del que es considerado pilar fundamental de la literatura francesa y hombre clave de su democracia: Víctor Hugo, poeta, dramaturgo, novelista, intelectual y político, pero antes conozcamos un poco su agitada vida.
Hijo de un general del Imperio y de una dama de origen bretón, Víctor Hugo pasó su infancia en París, aunque por obligados traslados del patriarca de la familia estuvieron una temporada en Madrid, donde el futuro poeta y sus hermanos fueron internados en una residencia tutelada por los Escolapios. De vuelta en París debido al divorcio de sus padres, los niños son separados del seno materno para volver a ser ingresados en un internado parisino; aquí comienza de manera totalmente autodidacta a componer versos que son del agrado de su familia pues ellos son los primeros lectores.
Posteriormente sigue escribiendo y participando de manera activa en concursos literarios, si bien al comienzo no obtuvo premio alguno, por fin en el año 1819 consigue ganar el concurso organizado por la Academia de los Juegos Florales. Embriagado por el éxito abandona sus estudios básicos para involucrarse por completo a su carrera literaria. Dos años después fallece su madre, lo que le sume en un profundo duelo.
Exiliado por propia voluntad después de haber sido declarado traidor por Carlos Luis Napoleón Bonaparte, conocido como Napoleón III, desde su retiro continuó siendo contrario a su figura; fue en esta etapa cuando escribió algunas de sus mejores obras incluyendo Los Miserables.
Después de la derrota del ejército francés que culmina con la caída de Napoleón, Víctor Hugo por fin regresa a París donde es acogido con todos los honores, pues ya se había convertido en una gran figura pública convirtiéndose en todo un emblema de la recuperada república. Tanto es así, que su carrera política llego a su punto más alto cuando es elegido miembro de la Asamblea Nacional y del Senado.
Así pues no de extrañar que toda la sociedad francesa se viera consternada cuando comienzan a circular la noticia de que Víctor Hugo estaba gravemente enfermo; durante cuatro días comenzaron vigilias de rezos pidiendo la recuperación del escrito,r pero cayeron en saco roto y finalmente en la madrugada del 22 de mayo Víctor Hugo expiraba su último aliento a la edad de 83 años.
Ante tal fatídica noticia ocurrió un hecho inesperado, toda la nación francesa se unió como no había hecho nunca por lo que el gobierno de la Tercera República decidió despedir a tan digno personaje con las exequias correspondientes a un jefe de Estado.
Se organizó todo para exponer el féretro bajo el Arco de Triunfo, soldados a caballo velaron toda la noche la capilla ardiente coronada con las iniciales VH, más de 40.000 personas le rindieron homenaje además de irse posicionando a lo largo de todo el recorrido donde al día siguiente iba a pasar el cortejo fúnebre; se calcula que en total más de dos millones de personas se reunieron para despedirse de Víctor Hugo.
El lugar de enterramiento pensado inicialmente es el cementerio del Père-Lachaise pero deciden finalmente conducirlo al Panteón de París, siendo el primer escritor ilustre sepultado allí; años después tendría dos insignes compañeros más pues en 1908 trasladan los restos de Émile Zola desde el cementerio de Montmartre hasta la cripta, y en el 2002 se trasladan los restos de Alejandro Dumas que se encontraba enterrado en su pueblo natal.
Así pues el funeral de este gran escritor y político dio una lección de unión, pues por primera vez en la historia un hombre llano y sencillo con fuertes convicciones superó al de un jefe de estado.