La francmasonería o masonería es una institución de carácter iniciático, no religiosa, filantrópica, simbólica, filosófica, secreta, libre, selectiva, jerárquica, internacional, racional, humanista y con una estructura federal, fundada en un sentimiento de fraternidad. Afirma tener como objetivo la búsqueda de la verdad, el estudio filosófico de la conducta humana, de las ciencias y de las artes y el fomento del desarrollo social y moral del ser humano, orientándolo hacia su evolución personal, además del progreso social, y ejemplifica sus enseñanzas con símbolos y alegorías tradicionales tomadas de la albañilería o, más específicamente, del Arte Real de la Construcción, es decir, de los constructores de las catedrales medievales.
SIMBOLOGÍA
La escuadra (símbolo de la virtud) y el compás (símbolo de los límites con los que debe mantenerse cualquier masón respecto a los demás) son quizá los dos símbolos masónicos más conocidos. Aquí aparece también las letras “G”, “A”, que representan al Gran Arquitecto del Universo, concepto utilizado sobre todo en el rito escocés. Los Masones gozan de cierto secretismo, oscurantismo, siempre han estado en la sombra de la realidad. Son muy ritualistas, en todos los aspectos, en el vestir, en la forma de comportarse, de saludarse, son muy ceremoniales, y por tanto sus funerales no pueden ser menos.
FUNERAL
Ningún Masón puede ser enterrado con las formalidades de la Orden, a menos que sea por su expresa solicitud, comunicada al Venerable Maestro de la Logia en la cual murió. Se exceptúan los Extranjeros y Visitantes. Tampoco lo puede ser el Masón que no haya alcanzado el Tercer Grado, restricción esta que no admite excepciones. Los Compañeros y Aprendices no podrán pues ser objeto de estas atenciones fúnebres.
El Venerable Maestro de la Logia, habiendo recibido la noticia de la muerte del Hermano y de su petición de ser enterrado con las ceremonias de la Orden, fija el día y la hora del funeral y pasa la invitación a la Logia en pleno. Si se espera la asistencia de Hermanos de otras Logias, debe pedir por escrito, por intermedio del Gran Secretario o del Diputado Gran Maestro una dispensa para reemplazar al Gran Maestro en el funeral y para dirigir la procesión que deberá estar exclusivamente bajo su dirección. Todos los Hermanos asistentes deberán estar adecuadamente vestidos.
En este punto hay una extensa explicación de las reglamentaciones de la Gran Logia de Inglaterra en esa época -1812- que prohibían, bajo pena de irradiación y cese del disfrute de beneficios de caridad de la Orden, asistir públicamente a funerales y otros actos luciendo los emblemas, arreos, joyas etc. de la Orden .
El Venerable Maestro de la Logia a la que el difunto perteneció abre los Trabajos en Tercer Grado de la manera habitual y se interpretará un himno. El féretro se coloca en el centro y permanecerá abierto. El Venerable Maestro se ubicará en su cabecera y dará inicio al servicio así:
V.M. ¿Qué hombre hay que haya vivido y no haya visto la muerte? ¿Escapará él a la mano de la tumba?. El hombre camina en vacías sombras, acumula riquezas y después no sabe quién las disfrutará.
Cuando muere no se lleva nada consigo; su gloria no descenderá con él a la tumba. Desnudo llegó al mundo y desnudo deberá dejarlo: el Señor dio y el Señor quitó… ¡Bendito sea el nombre del Señor!
( Luego se le tributarán al difunto grandes honores usando ciertas fórmulas que no deben ser explicadas aquí).
Sonará luego una solemne música y de nuevo el V.M. regará flores y hierbas sobre el cuerpo, después de lo cual, tomando en sus manos el Libro Sagrado, dice:¡¡Muramos la muerte del justo y que nuestro fin sea así!!
Los Hermanos responden: ¡¡Dios es nuestro Señor por siempre y Él será nuestro guía incluso en la muerte!!
El V.·.M.·. coloca luego el Libro dentro del féretro y dice :¡Padre Todopoderoso¡ ¡En tus manos encomendamos el alma de nuestro amado Hermano!
Los Hermanos responden tres veces:
¡La voluntad de Dios se ha cumplido! ¡Que así sea!
A continuación el V.M. eleva esta plegaria:
Glorioso Dios, autor de todo Bien y dador de toda Merced, Derrama tus bendiciones sobre nosotros y fortalece nuestros compromisos con la solidez del afecto sincero ¡Que la instancia real de mortalidad nos recuerde el inexorable destino y dirija nuestra atención hacia Ti, único refugio en tiempos de necesidad¡ Que cuando el momento definitivo llegue, y estemos a punto de abandonar este transitorio escenario, la vivificante certidumbre de tu misericordia disipe las brumas de la muerte; y que después de nuestra partida en paz y gozando de tu favor podamos ser recibidos en tu imperecedero reino y gozar allí en unión de las almas de los amigos que nos precedieron en la muerte de la justa recompensa a una vida pía y virtuosa ¡Amen¡
Enseguida se entona un himno, el V.·.M.·. se retira a su Trono y es cerrado el féretro. Se pronuncia un breve discurso adecuado para la ocasión y tomándose de las manos, los Hermanos renuevan sus juramentos. Se cierran los trabajos y se organiza la procesión: las Logias desfilarán de acuerdo a su antigüedad, comenzando por la más joven; cada Logia formará una división. Se observará el siguiente orden en el desfile:
- El Guarda Templo con su Espada.
- Los Diáconos con Bastones Blancos.
- Los Hermanos no Oficiales, de dos en dos.
- El Secretario con un Libro.
- El Tesorero con el Emblema de su Oficio.
- El Primero y Segundo Vigilantes con sus manos la una sobre la otra.
- El Past Master.
- El Venerable Maestro.
- Desfila luego la Logia a la cual pertenecía el Hermano fallecido, portando todos los Hermanos flores o hierbas y en este orden:
- El Guarda Templo
- Los Diáconos.
- Banda de Música con tambores y trompetas adornadas de negro.
- Los Miembros de la Logia no Oficiales.
- El Secretario y el Tesorero.
- Los Vigilantes.
- El Past Master.
- El Libro Sagrado sobre un atril, cubierto con paño negro y portado por el Miembro más antiguo de la Logia.
El V.·.M.·El Coro entonando un himno fúnebre.
CAMINO DEL CEMENTERIO
El Féretro con los adornos colocados sobre él y dos Hermanos escoltándolo con sus espadas cruzadas.
Una o dos Logias se adelantan hasta el Cementerio para prevenir confusiones y preparar lo necesario.
Cuando el cortejo llega a la puerta del cementerio, la Logia a la cual pertenecía el Hermano difunto, los portadores del féretro y los dolientes se detienen hasta que los Hermanos de las demás Logias hayan formado un círculo alrededor de la tumba. Entonces avanzan con el féretro hasta la tumba en donde los Hermanos de la Logia operante y los clérigos oficiantes se ubican en la cabecera, rodeados de los miembros del coro; se reanuda el Ritual entonando un himno y pronunciando la siguiente exhortación:
Estamos presenciando aquí un impactante ejemplo de la incertidumbre de la vida y de la vanidad de todos los propósitos humanos. Los últimos honores rendidos al difunto, son útiles sólo como lecturas para los vivos; de ellas hemos de extractar lecciones y considerar toda solemnidad de esta clase como una advertencia de la proximidad de nuestra propia disolución. A pesar de los diversos momentos de mortalidad con los que nos topamos a diario, a pesar que la Muerte ha establecido su imperio sobre todas las obras de la Naturaleza, por un algún capricho inexplicable olvidamos que hemos nacido para morir. Derivamos de un designio a otro, añadimos una esperanza a otra, y diseñamos planes para muchos años venideros hasta que súbitamente somos alarmados por la proximidad de la Muerte cuando menos la esperábamos y a una hora que probablemente consideraremos como el mediodía de nuestras vidas.
¿Qué son todas las ostentaciones de la Majestad, el orgullo de la riqueza, o los encantos de la belleza cuando la Naturaleza se ha cobrado su justa deuda? Fija tus ojos en la última escena y mira a la vida despojada de sus adornos y expuesta en su natural condición; entonces te convencerás de la futilidad de todas aquellas vacuas ilusiones.
En la tumba, todas las falacias quedan al descubierto, todos los rangos se nivelan y todas las distinciones se descartan.
Mientras dejamos caer la sentida lágrima sobre la tumba del amigo muerto, dejemos que la caridad tienda un velo sobre sus faltas, cualesquiera éstas hayan sido y no apartemos de su memoria la recompensa que sus virtudes puedan haber reclamado.
Suframos las apologías de la naturaleza humana interceder en su favor. Sobre la tierra jamás se ha alcanzado la perfección; tanto los hombres más sabios como los más probos se han equivocado ;es nuestro deber imitar sus acciones meritorias y aprender de sus debilidades ;que el ejemplo presente excita nuestros más serios pensamientos y fortalezca nuestra resolución de enmienda; siendo incierta la vida y vanos todos los caprichos terrenales, no pospongamos por más tiempo la central preocupación de prepararnos para la eternidad ;abracemos el momento feliz mientras el tiempo y la oportunidad se ofrezcan, de prepararnos para el gran cambio cuando los placeres de este mundo dejen de deleitarnos y las reflexiones de una vida virtuosa sean el único consuelo y solaz.
Nuestras esperanzas no se verán frustradas, ni nos veremos acosados a presentarnos impreparados ante la presencia de un omnisciente y todopoderoso Juez, para quien son conocidos los secretos de todos los corazones y de cuyo temible tribunal ningún culpable podrá escapar…”.
Mientras estemos en esta etapa de la existencia, soportemos con propiedad el carácter de nuestra profesión conscientes de la naturaleza de nuestros compromisos solemnes y observemos con asiduidad los sagrados postulados de nuestra Orden.
Con convencida reverencia supliquemos la protección divina y aseguremos el favor de aquel ser eterno, cuyo bondad y poder no conocen límites. Y que cuando el momento decisivo llegue, y nos aprestemos a partir, sea pronto o tarde, que seamos capaces de proseguir nuestro viaje, sin miedo ni aprehensión, hacia aquel distante e ignoto país del cual ningún viajero regresa. Por la luz de la aprobación divina podemos pasar sin temor a través de aquellas lúgubres mansiones en las cuales todo se olvida. Y en el gran y tremendo día del juicio y la recompensa, cuando enfrentados a la Justicia Divina podremos esperar que el juicio será proferido a nuestro favor y que recibiremos nuestra recompensa en forma de una heredad inmortal en la cual la felicidad fluirá como un arroyo continuo que ningún dique podrá contener.
A continuación, el V.·. M.·. hará las siguientes invocaciones acompañada cada una de los acostumbrados honores:
V.M.: “Que seamos francos y leales y que vivamos y muramos en amor”
Respuesta: “Que así sea”
V.M.: “Que profesemos el bien y siempre actuemos según nuestra conciencia”
R: “Que así sea”
V.M.: ” Que el Señor nos bendiga y nos haga prosperar y que todos nuestros bien intencionados actos se vean coronados por el éxito”
R:”Que así sea”
A continuación, los Secretarios se adelantan hacia la tumba y arrojan dentro de ella los rollos, mientras el V.M., con voz audible, exclama:
”¡Gloria a Dios en lo Alto! ¡Paz en la Tierra! ¡Buena voluntad hacia el Hombre!”
Respuesta:”! Que así sea, ahora, y siempre ¡”
A continuación, el V.·.M.·. cierra la ceremonia con las siguientes palabras:
“Desde tiempos inmemoriales ha sido costumbre dentro de la Fraternidad de Libres y Aceptados Masones, a petición de un Hermano en su lecho de muerte, acompañar su cuerpo al lugar de sepultura y depositar ahí sus restos con las formalidades usuales.
“De conformidad con este uso y por petición expresa de nuestro Hermano fallecido, cuya memoria reverenciamos y cuya pérdida deploramos hoy, es que estamos aquí reunidos en nuestro carácter de Masones para devolver su cuerpo a la Tierra de donde vino y para ofrecer a su memoria ante el mundo el último tributo de nuestro fraternal afecto; demostramos así la sinceridad de nuestra fraternidad y nuestra inviolable sujeción a los principios de la Orden.
“Con el debido respeto por las costumbres establecidas en el país en el que vivimos, con la debida deferencia a nuestros superiores eclesiásticos y gubernamentales y con ilimitada buena voluntad hacia toda la Humanidad, parecemos aquí ataviados como Masones y públicamente expresamos nuestra sumisión al orden y al buen gobierno, y nuestro deseo de promover los intereses generales de la Humanidad. Investidos con el ropaje de la inocencia, humildemente nos inclinamos ante el Padre Universal para implorar su bendición en todas nuestras celosas empresas para extender la paz y la buena voluntad y ardientemente rogamos que su gracia nos ayude a perseverar en los principios de la piedad y la virtud”.
Plugo al Creador, en su bondad, separar a nuestro querido Hermano de las preocupaciones y afanes de esta transitoria vida y llevarlo a un estado de eternidad, debilitando así el apego nuestro a las cosas terrenales; que nosotros, que lo hemos sobrevivido, anticipándonos a nuestro inexorable destino, nos unamos más fuertemente por lazos de amistad y unión; y que durante el corto espacio permitido a nuestra actual existencia, sabia y útilmente empleemos nuestro tiempo en el recíproco intercambio de acciones amables y generosas; y promovamos el bienestar y la felicidad de nuestros prójimos.
En la tumba hemos dejado el cuerpo sin vida de nuestro Querido Hermano, que ha de permanecer allí hasta la resurrección general; queda a la espera su alma inmortal de disfrutar de las alegrías que han sido preparadas para los justos desde el principio de los tiempos. Y que el Dios Todopoderoso, en su bondad infinita, en el gran tribunal de inmaculada justicia, extienda hacia él su gracia y hacia todos nosotros corone nuestras esperanzas con las bendiciones esperadas en la eternidad…¡¡ Esto pedimos en su nombre, a quien sea la gloria hoy y siempre. Amen.
Termina así el servicio. Rendidos los honores usuales, la procesión retorna al sitio de donde partió y allí se cierran los trabajos masónicos iniciados con la ceremonia. La regalía y demás ornamentos del Hermano fallecido, si él era oficial de la Logia, son entregados al V.·.M.·., con la ceremonia habitual.