Ofrenda floral en el Cementerio Civil de La Almudena

 

 

 

El sábado por la mañana amaneció lloviendo y con un frío que te hacía pensar seriamente el no salir de la cama en todo el día. Pero a pesar del mal tiempo acudimos al cementerio Civil de la Almudena, teníamos una cita.

Nuestros anfitriones, Javier Jara y Paloma nos habían emplazado ese plomizo día a las doce de la mañana, Ágora (Asociación para el diálogo del Ateneo de Madrid) y Fraternidad Cívica realizaban una ofrenda floral a Pi i Margall, Figueras y Salmerón, todos ellos presidentes durante la I República Española.

El evento además contaba con el añadido de la intervención de varias logias masónicas entre ellas la Gran Logia de Madrid y la Gran Oriente de Francia. Todo ello debido a que los tres presidentes eran masones reconocidos, y sus hermanos querían hacer un respetuoso homenaje a estos tres grandes hombres que hicieron tanto por la historia de España.

Llegamos acompañadas por la incesante lluvia que caía. Como siempre, llegamos pronto, la puntualidad para nosotras es casi un mantra. Como en otras ocasiones, fuimos directas a ver a una persona muy querida por nosotras, Maravillas Leal. Algunas veces la hemos limpiado la sepultura, quitado la hojarasca y hablado con ella. Si, hablamos con ellos y además mucho, aunque esta vez también hicimos nuestra pequeña ofrenda floral y adornamos la lápida con unas sencillas margaritas.

Después de nuestro humilde homenaje vemos que se acerca la hora del comienzo del evento. Distintas personas se van acercando a este bello recinto tan lleno de historia y tan abandonado en los últimos años.

No somos muchos, quizás unas veinte personas que con el frío reinante nos agrupamos cerca los unos de los otros. Comienzan las palabras, sentidas palabras, los miembros de las distintas logias nos recuerdan qué hicieron estos grandes hombres, a la vez que nos recuerdan que aquí sigue germinando de alguna manera sus ideales y sus valores. Ahora toca que eso no quede enterrado y se eleve por encima de los muros. Debido al mal tiempo los discursos han sido breves, y se ha procedido a la ofrenda floral. Primero Pi y Margall, luego Figueras para terminar en la de Nicolás Salmerón, tras la colocación de un centro de flores en forma de corazón, los hermanos se han unido de las manos formando un círculo alrededor de uno de los centenarios árboles que posee el cementerio civil. Unas últimas palabras de recogimiento, y con un que la tierra te sea leve, concluimos este sencillo pero sentido homenaje.

Aunque no hemos terminado nuestra visita, Javier y Paloma nos tienen preparado un homenaje más. En 18 de Enero se cumplió  el centenario del fallecimiento de Miguel Morayta y Sagrario, masón reconocido, y aprovechando que se cuenta con la presencia de varias logias masónicas, nuestros anfitriones nos regalan un pequeño viaje al pasado. Como hilo conductor de la historia que alberga este cementerio, Javier y Paloma nos van dando a conocer datos sobre Morayta y sus cargos en la logia masónica. Para culminar el silencio reinante se rompe con las notas provenientes de un violín, primero son notas lentas, pesadas que pronto van in crescendo hasta culminar con una bella melodía.

Seguimos caminando por los estrechos senderos a pesar del frío, nuestros anfitriones nos van desgranando a algunos personajes allí enterrados que a lo largo de su vida pertenecieron a distintas logias masónicas: Arturo Soria, Ramón Chíes, Carmen Burgos y Seguí “Colombine”, Antonio Machado Núñez. Terminada esta pequeña pero intensa ruta, nos despedimos agradeciendo a Javier y a Paloma el trabajo tan encomiable que están realizando para dar a conocer estas historias que esperamos que no diluyéndose en el tiempo.

Clara Redondo