Maravilla Leal González

Desde que me dedico a documentar cementerios, hay una historia que siempre me ha llamado mucho la atención. Bueno, no, vamos a decir que me ha obsesionado. Un poquito solo. De momento, durante 4 años.

“Maravilla Leal González

9 de Septiembre de 1884

A los 20 años de edad

Tus familiares te dedican este recuerdo”

 

Maravilla Leal González fue la primera persona inhumada en el Cementerio Civil de Madrid, en la Necrópolis del Este. Su entierro fue el 9 de Septiembre de 1884, cuando la inauguración oficial de la Necrópolis del Este, actual Cementerio de La Almudena, estaba pensada para el 13 de Septiembre, unos días más tarde.

O sea, Maravilla precipitó la inauguración del lado civil del cementerio, no el católico, reservado este a personas que fallecieran habiendo recibido los últimos sacramentos como mandaban los cánones eclesiásticos.

Maravilla no había muerto de una manera “cristiana”.

En su lápida no hay fecha de nacimiento: “A los 20 años de edad” como toda pista. Bueno, con saber restar ya tienes una, vale. Pero a mi yo cotilla, o investigador, o amante de esta tumba, le haría ilusión saber cómo de cerca estarían nuestros cumpleaños (ojalá el mismo día, claro, sería el culmen de la felicidad) o jugar a imaginarme cómo podría ser su carácter por su signo del zodiaco. Tonterías mías.

Miguel de Morayta y Sagrario, en unas cuartillas póstumas que se publicaron en 1918 sobre el Cementerio Civil del Este, habla del entierro de Maravilla sin dar apenas ningún dato concreto.

No recuerdo en qué momento de mis inicios en la investigación sobre Maravilla, leí, oí o me contaron que se había suicidado.

Oh, claro, por eso había muerto tan joven.

En esa misma historia oí, leí o me contaron que el rey Alfonso XII había ido a inaugurar el cementerio expresamente para ese entierro.

Busqué información por internet y ahí estaba, tal y como me la habían contado. No eran fuentes «oficiales» pero sí todas decían lo mismo.

Entonces empecé a darle vueltas a una teoría nueva. Jo, si te has suicidado, siendo joven, mujer y en el siglo XIX, muy desviado de que lo hicieras por amor no debe de andar tu secreto.

No hay que juzgar la Historia con la mentalidad actual, pero me dio rabia que la vida de Maravilla no pasara el test de Bechdel. Porque claro, lo de ponerme en el cuerpo de una enamorada veinteañera (bueno, eso era fácil porque lo fui en su momento) del siglo XIX (estoy mayor pero no tanto) y montarme un drama victoriano mental surgió solo.

Y acordarme de lo guapo que le parecía a mi abuela Vicente Parra en “¿Dónde vas Alfonso XII?” y la de veces que vi la película con ella y recordar lo díscolo que era el buen señor.

“No hay que juzgar la Historia con la mentalidad actual”, sí, sí, pero yo he crecido con Vicente Parra y Tómbola y ¿Dónde estás corazón? y aquí hay salseo Maravilla & Alfonso. En mi cabeza eran amantes y Maravilla se suicidó porque el Borbón le dijo que su amor era imposible por razones clasistas obvias. O algo así de dramático.

Alfonso XII murió un año después que ella, de tuberculosis. Tuberculosis producida por la tristeza ante la muerte por suicidio de su amada Maravilla.

El señor Koch levanta la mano al fondo de la sala. Disculpe, he dicho que mi teoría es muy Sálvame y no se sustenta en nada, mucho menos en descubrimientos científicos reales y útiles. T-u-b-e-r-c-u-l-o-s-i-s p-o-r a-m-o-r.

Además, para darle más drama, le añado ahora que nunca podrán estar juntos porque ambos están condenados a perpetuidad a estar separados, él en la Cripta Real de El Monasterio de El Escorial y ella a la sombra de un ciprés del Cementerio Civil.

Cae el telón. O suena la música y salen los títulos de crédito, lo que prefieran financiarme, si la obra en dos actos o la peli que me he montado.

Aunque la teoría “suicida“ (hasta ahí, el resto es obra mía) es la más desarrollada, a mi me seguía dando rabia no saber porqué se suicidó. Que el que fuera por amor seguía siendo teoría mía decimonónica, que se podía haber suicidado por cualquier otro motivo.

Entonces me puse a buscar en los periódicos de la época a ver si encontraba algo. A días. Durante horas. Y meses. Y nada. Fui aprendiendo de la Historia de España de primera mano, y encontrado informaciones que me servían para otros menesteres, así que la búsqueda, aunque por una parte se tornaba infructuosa por no llegar a su objetivo, por otro era muy fructífera en diferentes informaciones.

Hace un par de semanas, en una de esas búsquedas, me dio por leer el periódico entero, a través de los titulares, en vez de buscar palabras específicas dentro de él.

Y de repente vi, en una esquina, en pequeñito, no más allá de una Arial 10 actual, un rótulo que ponía “SUCESOS”.

Empecé a leer. Perro perdido, señor apuñalado, cartera con 100 pesetas encontrada… y como última noticia de la sección:

¡No me lo podía creer! Volví a leer. Hice scroll hacia arriba para leer la fecha del periódico por si me estaba flipando mucho.

 

 

Coincidía.

Cuando dejé de llorar la primera ronda de emoción, volví a leer la noticia por si no era real lo que había visto o no había una coma bien puesta o cualquier cosa que me hiciera salir de la feliz realidad que me indicaba que había encontrado la noticia de la muerte de Maravilla.

Leí. Leí y lloré un rato más. Era la 1:30 de la mañana de un miércoles y no podía contárselo a nadie sin que primaran sus horas de sueño frente a mi felicidad. Más que nada porque habrá un 10% de mis amigos que sepa quién es Maravilla y no estaba yo para seleccionar quiénes eran, quería gritárselo al mundo entero.

“Maravilla no se ha suicidado, Maravilla era protestante” era una cancioncilla que sonaba en mi cabeza estos días mientras la felicidad recorría mi espina dorsal. Nada de dramas victorianos, Maravilla era una tía fuerte (de espíritu, de salud por mucho que quiera animar el resultado, sabemos que no) y que Alfonso XII igual ni la conocía y de verdad se murió de tuberculosis de la de Koch, por ser caritativo y contagiarse como parece que sucedió en este cuadro de José Bermudo Mateos (solo hay que ver la cara de “no toque, para qué toca” de los señores militares que le acompañan).

 

Así que empieza un nuevo punto de partida para encontrar a Maravilla. No la estábamos dejando cruzar el puente por el lado correcto.

Capítulo 2: ¿Dónde ESTÁS , Alfonso XII?

El caso es que me llamaba la atención bastante, ya que se me había ocurrido escribir sobre ello varias veces para el blog, pero por h o por b siempre se me olvidaba hacerlo (apuntarlo hubiese sido demasiado fácil), que en todos estos años de investigación de hemerotecas, libros y archivos, no me hubiese encontrado con ni una sola foto de la inauguración del cementerio, de la Necrópolis del Este, con su rey, su obispo, su parafernalia… ese tipo de fotos que gente como yo se colgaría en la oficina.

Animada por mi descubrimiento, e intuidos los caminos por los que puedo tirar ahora, seguí buscando noticias sobre el tema, dispuesta a encontrar esa noticia en la que iba a encontrar que Alfonso se despidió de Maravilla compungido y disimulando su dolor frente a los allí presentes (y de ahí le vino la tuberculosis, de contenerse las lágrimas).

Pues no. La prensa de la época, del día 10 de Septiembre, dice esto:

 

Nos vuelve a repetir que es una joven protestante. Vuelve la cancioncita a mi cabeza «no se suicidó. Pero centrémonos. No estuvo en el entierro.

Bueno, si la inauguración del cementerio fue el 13 de Septiembre de 1884, me quedaban pocos periódicos por revisar hasta entonces, así que me dediqué a seguir los trayectos de S.M. porque  empezaba a pensar que el rey no estaba tan emocionado con la inauguración de la necrópolis hace 135 años como yo ahora. 

El 11 de Septiembre, encuentro esta noticia que me mosquea un poco. Porque ya las noticias no me escaman o me llaman la atención, ya llega a nivel mosqueo. 

 

Mi mosqueo es creciente cuando leo, un poco más abajo, que el rey se ha ido a la Granja de San Ildefonso porque al día siguiente es el cumple de la infanta Merceditas y no solo es fiesta en todos lados, sino que hay fiestón.

 

El 12 de Septiembre nos dan a entender que S.M. se queda en La Granja. No vuelve a Madrid.

Y en ese mismo periódico:

 

Uyuyuyuy.

 

 

 

13 de Septiembre. Me esperaba lo peor. (La calidad es la que es, pero aunque hay parte borrosa negra no aparece ni S.M. ni Rey, ni Alfonso ni nada que se le parezca en la reseña. Y no creo que fuese un dato que se le olvidara al periodista.

 

 

 

 

 

¿Qué está pasando? ¿Por qué toda la historia que conocíamos hasta ahora parece mentira? ¿A cuenta de qué? (Es que quiero seguir con mis teorías Sálvame). 

 

 

 

 

 

Capítulo 3: Que no, que no se suicidó

Hasta el momento no he encontrado ni una sola noticia que dijese que Alfonso XII fuera al entierro de Maravilla y sí unas cuantas que lo desmienten.  Así que también he estado buscando el suicidio de Maravilla. 

En 1884, en los periódicos, aparecían reflejadas todas y cada una de las intervenciones que había hecho la policía en Madrid (con el nombre de los agentes incluidos) y cuando alguien se suicidaba, se decía sin tapujos en el periódico. De hecho se llegó a prohibir que se dieran los datos de suicidas en el periódico ya que en aquella época al parecer estaba a la orden del día, con una media de 20 suicidios diarios solo en Madrid, y al silenciar las noticias no creaban el efecto llamada. 

A Maravilla sigo sin encontrarla entre los suicidas, pero si doy con esto:

 

Anda, así que cambió de religión. 

¿Es probable que pasara a la historia como suicida porque ser protestante era peor visto que quitarse la vida? 

Encontré esta noticia, de unos días después del fallecimiento de Maravilla, que me llevó el alma a los pies. 

Ahora creo que Maravilla tuvo hasta «suerte».

 

CONTINUARÁ… 

Paloma Contreras