Inaugurado el 1 de Octubre de 1860 siguiendo las bases que regían en Europa durante esa época acerca de los cementerios de extramuros que tantas veces hemos comentado, recibe el nombre por la zona en la que está, la Quinta da Conchada.
A partir de las décadas de los 70 y 80 del siglo XIX, las familias más ricas e importantes de la ciudad se empezaron a interesar por ser enterrados allí, lo que convirtió desde sus inicios a este cementerio en un lugar lleno de obras de arte realizadas por los más afamados canteros de la zona.
Para los que nos gustan los cementerios y la simbología, es como un parque de atracciones. No puedes dejar un solo mausoleo o panteón sin observar porque todos, todos, tienen algún detalle que llama la atención. El más imponente de todos pertenece a los condes de Ameal. De él parten las calles más importantes del cementerio. Es de planta poligonal y de estilo neogótico, con tanto detalle que puedes pasarte un buen rato observándolo.
Está en un estado de limpieza y conservación perfecto. Aún se sigue enterrando en él pese a que la ciudad tiene otro cementerio más moderno, aunque ya la piedra y la ostentación han dejado paso al granito y la simpleza, pero al ser ampliaciones está separado de la parte antigua y no rompe la magia romántica de su zona vieja.
Visita obligadísima en Coimbra después de la biblioteca Joanina.