Cementerio Vesel, Sapanta

El cementerio Vesel fue uno de los primeros cementerios internacionales a los que le dedicamos un post al inicio de este blog. Pero en Entre Piedras y Cipreses no nos íbamos a quedar sin visitar el que es considerado el cementerio más alegre del mundo, así que nos fuimos hasta el norte de Rumanía, a la región de los Maramures, a comprobarlo.

Săpânța es un pueblo de aproximadamente 3.500 habitantes, emplazado a orillas del río Tisa y dominado por los Cárpatos. Esta zona norte de Rumanía se caracteriza por el apego de las gentes a sus tierras y tradiciones. Los domingos (día que visitamos el cementerio) la gente viste el traje nacional tradicional para ir a misa y se olvida de las disputas y rencillas de la semana.

El bosque representa la actividad principal económica de la zona. El símbolo de la eternidad y perennidad de la madera está en todas partes, en las construcciones de sus casas y sitios públicos y cómo no, en el cementerio.

El cementerio de Săpânța se encuentra ubicado en el centro del pueblo, en la iglesia parroquial, y cuenta con 800 tumbas labradas en madera que son una verdadera obra de arte.

El cementerio en si es obra del escultor, pintor y poeta popular rumano Ion Stan Patras, continuada por Dumitru Pop, uno de sus aprendices.

Las cruces están talladas en madera de roble, en relieve, y pintadas todas en el mismo tono de azul, llamado azul de Săpânța. Cada una de las cruces tiene tallado un epitafio escrito en forma de poema. Los versos son simples, espontáneos y escritos en el habla de la gente de Maramures, pero están cargados de emoción y de gracia. Cada epitafio contiene lo que fue esencial en la vida del difunto que descansa bajo su cruz. Si ya en los cementerios se puede aprender de la vida de sus habitantes por sí, este de Sapanta es directamente un libro de antropología, pues muestra en sus sepulturas directamente las preocupaciones, sentimientos y pensamientos de los yacientes.

Así en los epitafios nos encontramos historias que contienen dramas y tragedias profundas, referencias a fallecidos en guerras, a los oprimidos durante la época comunista, etc.

Pero también ha epitafios moralizantes que elogian o deploran actitudes que tenían los homenajeados, virtudes y vicios y sus actitudes cobardes o valientes ante la vida. El campesino rumano no tiene miedo de la muerte. Para él, la cruz representa una puerta de entrada hacia el reposo eterno. Así, la muerte se convierte en un suceso natural, un hecho inexorable del destino. Además, en estas cruces encontramos la palabra “Vixit” (Vivió), que era la palabra que usaban los romanos para anunciar el fallecimiento de alguien.

En la cruz, sobre el epitafio, encontramos pintado en colores vivos una representación de la vida de la persona a la que hace homenaje. Así pues a los hombres los podemos encontrar a caballo, trabajando en un taller, cantando, yendo a la guerra, con el ganado… Las muejres son representadas con los hijos en brazos, bailando con hombres, hilando, haciendo la comida… Los que tenían profesiones destacadas, como el carnicero, farmacéutico, maestros, también tienen sus representaciones únicas.

El cementerio de Sapanza es un cementerio único lleno de vida, color y flores. Y gente viva paseando entre sus tumbas.

Ojalá haber sabido rumano y poder leer todos los epitafios. Os dejo con tres de los que he encontrado la traducción:

“Aunque mi vida fue breve disfruté de todo. Me encantaba correr con mi carro, engancharme al baile y cantar mucho. Cuando era un poco más joven, cuidé de tus ovejas, aldeanos jóvenes y mayores, justo antes del Juicio, ¿pueden perdonarme?”

“Has encontrado la cruz que mi nieto hizo por mi. Soy Grigore Fiscus, un soldado, y me fui a la guerra en 1914. Morí bajo las armas de nuestro enemigos. No estoy enterrado aquí, sino debajo de un abeto, lejos de mi casa, que está aquí.”

“Por favor, no me pases por alto, quiero que sepas que una vez vi el mundo. Me encantaba bailar en la banda de mi hermano y morí antes de ser viejo. Recién casado, llegué a mi fin, tristeza y lágrimas para mis familiares y amigos. No tuvimos un beso de despedida, así que, debo preguntarte- recuerda esto”

 

Paloma Contreras