El cementerio de Orlandovtsi es el más importante de la capital búlgara. En él comparten territorio varias capillas: cristianas como la católica de San Francisco de Asís o la ortodoxa búlgara de la Dormición de la Madre de Dios; una capilla armenia apostólica, una sinagoga judía… todas las representaciones de las religiones tienen cabida en este cementerio. Además tiene secciones militares rusas, serbias y rumanas.
Para entender un poco este cementerio hay que conocer antes las tradiciones búlgaras ante los difuntos. Para ellos, el Gran Día de los Muertos se celebra en sábado 8 semanas antes de la Pascua de Resurrección, por lo que no tiene una fecha fija en el calendario, como es en nuestro caso, aunque suele coincidir con finales de febrero o principios de marzo.
Ese día los padres, hermanos, sobrinos y demás familia van al cementerio a rendir homenaje a su familiar fallecido. Entonces limpian la tumba, la purifican con incienso y se adornan con flores. Las tradiciones más antiguas además, purificaban la tumba con vino tinto. Esto se hacía desde el lado izquierdo de la cabeza del difunto hasta el borde de la tumba durante tres veces. Además, en la tumba se enciende una vela que recuerda la inmortalidad del alma y es un símbolo de fe.
Ese mismo día se crean las mesas comunes, donde se coloca una mesa al lado de la sepultura de la persona a la que se va a honrar y en ella se colocan siete platos, entre los que se tiene que encontrar alguna de las preferencias del difunto. El primer bocado se coloca en el suelo y el primer sorbo de vino se vierte también al suelo diciendo “Dios perdona”.
Los ancianos dicen que si se ve o se oye zumbar una mosca o una mariposa alrededor de la familia, es que el alma del difunto está por allí.
Además de este día de difuntos, existe en podavki, que se trata de conmemorar, también a través de la comida, al difunto, repartiendo vino, arroz, maíz hervido, pan, pollo, cordero (o carne en general) dulces, caramelos, manzanas y torta entre los propios familiares, los de las tumbas vecinas, o incluso desconocidos. El trigo simboliza la resurrección, y el pan y el vino el sacrificio de Cristo.
Otra de las cosas típicas en el cementerio es encontrarte las esquelas de los difuntos pegadas en los árboles, como una especie de cartel de se busca (utilizan un folio entero y todos llevan foto), tanto dentro del cementerio como por las calles de la ciudad, siempre en el barrio o los edificios cercanos a la casa de la persona fallecida. Estas esquelas tienen que quedarse allí hasta que el tiempo acabe con ellas, pero muchas son colgadas dentro de una funda de plástico para resguardar documentos y pueden durar bastantes años hasta que la luz del sol las deje ilegibles. Esta esquela se cambia varias veces: al cumplirse 40 días del fallecimiento, a los 6 meses, al año, a los dos y a los cinco años, y dependiendo del aniversario que se conmemore la foto es en color o en blanco y negro, lleva o no lleva foto, etc. Y en todos estos aniversarios se conmemora con la comida que comentábamos antes en la que se invita a todo el mundo cercano.
El cementerio de Orlandovtsi es de una extensión enorme, 120 hectáreas, y es casi como una pequeña ciudad. Tiene 4 puertas de entrada, la principal en la Avda Slavyanobalgarska y el resto en cada uno de los laterales. Tan sólo la puerta principal está cuidada, siendo el resto de accesos un tanto… tenebrosos.
Yo entré por la puerta justo opuesta a la principal y aunque aquello era como la entrada desvencijada a un descampado, nada más pasar la puerta a la izquierda una zona con tumbas blancas de mármol y césped bien cortado y cuidado (me recordó un poco al estilo de los cementerios americanos, todo ordenado e igual) me hizo pensar que el interior no tenía que ver con el exterior, ya que entre la puerta de entrada y la maleza que sobresalía por esta no auguraba que estuviese muy cuidado.
Y así era. Esa zona, que deduje que tenía que ser novísima, resaltaba con el resto del cementerio, en el que la maleza, los árboles, las avispas y la basura campaban a sus anchas.
No todos los familiares que van a celebrar los diferentes aniversarios y fiestas de guardar limpian luego los restos del festín. De hecho ha muchísimas mesas desperdigadas por allí. Además visité el cementerio en sábado, por lo que había bastante gente preparándose para celebrar el día con sus difuntos, sacando comida y limpiando con agua las lápidas.
El ambiente del cementerio es sucio, muy sucio, hay comida descomponiéndose por todos lados, bien porque la hayan traído los familiares o porque los árboles frutales, de los que hay a cientos, han dejado madurar sus frutos que han caído al suelo y allí se han quedado, dispersos, o en el mejor de los casos haciendo un montón. Si es realidad la creencia que comentaba antes de que el espíritu del difunto anda por allí en forma de mosca, a mi me acompañó todo el cementerio y varios vecinos de pueblos colindantes.
Las tumbas, por lo tanto, son casi inaccesibles si se encuentran en mitad del cuadrante.
Casi todas las sepulturas del cementerio son al suelo, aunque también existen pequeños cuadrantes , con una altura máxima de 1,70, en donde se encuentran dos filas de nichos o columbarios.
El poco arte funerario que queda está en muy malas condiciones; destacan las tumbas más nuevas con las fotos de los difuntos serigrafiadas entre tanto abandono.
La zona del cementerio hebreo se encuentra igual de descuidada, aunque no compartan las tradiciones, la naturaleza imparable se ha ido apoderando de todo el terreno.
Tan solo en la zona de la puerta principal, donde se encuentran enterrados los distintos soldados y sus memoriales, destacan por su orden y limpieza.
Os dejamos unas cuantas fotos de la visita al Cementerio de Orlandovtsi