Fue fundado en 1285 por Shido Kakuzan, una mujer viuda. En una época en la que los hombres podían divorciarse sin ningún problema, pero las mujeres tenían serias dificultades para hacerlo, este templo servía como salvaconducto; después de pasar tres años en él, la mujer quedaba oficialmente divorciada. Esta tradición se llevó a cabo durante seis siglos. Para entrar en él hay unas altas escaleras que acaban en una puerta por la que cabrían dos personas: como muchas mujeres fueron convencidas de no abandonar a su marido a mitad de subida de las escaleras, se consideraba que una mujer ya estaba dentro si conseguía dejar caer una horquilla del pelo en los escalones. Hasta 1902 fue un convento excluido a los hombres.
Este templo tiene en su exterior un pequeño cementerio en el que están enterradas varias personalidades, entre ellas la fundadora del templo. Con el paso del tiempo filósofos y escritores como la de la novelista japonesa Shizue Masugi o el poeta Kawada Jun.
Además, dependiendo de la época del año en el que se haga la visita, todo el aspecto cambia gracias a los árboles y flores que decoran el jardín: en primavera estarán en flor las magnolias japonesas y los iris; en verano se le unirán las hortensias, y en otro e invierno podremos disfrutar de la flor del infierno, el narciso y el albaricoque japonés.
(¡Gracias a Tania Navas de minimundos.com por las fotos!)