No os vamos a contar nada nuevo si os decimos que tiramos mucho de las efemérides necrológicas para escribir los artículos de la web. Hoy 9 de Marzo, entre otras muchas personas, fallecieron Charles Bukowski, Margot Frank (la hermana de Anna) el fotógrafo Robert Mapplethorpe… y Alexandra Kollontai, la elegida para este post por la bravura de su mirada. Fue ver su foto y pensar “Tiene cara de haber sido de armas tomar”. Juzgad vosotros.
Aleksandra Domontovich nació en San Petersburgo en 1872, en el seno de una familia aristocrática rusa de origen ucraniano con cinco siglos de antigüedad. Su padre era un general del ejército del Zar, y su madre la hija de un importante y enriquecido maderero finés.
Este matrimonio tenía unas ideas un tanto dispares, y si se me permite decirlo, casi contrarias a lo que parecían: mientras que la madre pensaba que una mujer no necesitaba estudios para vivir, su padre le inculcó el interés por la historia y la política desde una óptica liberal, y fue educada por un profesor particular.
A los 19 años conoce al que sería su marido, Vladimir Kollontai, un estudiante de ingeniería de origen humilde que no le gustó nada a su madre. Y a ella tampoco le gustó mucho la vida de casada, pues cinco años más tarde se va a Zúrich a estudiar, ya que esta era la ciudad más importante para las jóvenes estudiosas afines a las ideas socialistas, y en 1899 se afilia al Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, en el que militaba Lenin.
Alexandra se involucró en la revolución del momento a través de sus artículos y organizando asociaciones de trabajadoras rusas. Incluso tuvo que exiliarse, lo que le valió para viajar por Europa y seguir aprendiendo y luchando, porque en uno de sus artículos animaba a Finlandia a rebelarse contra la ocupación rusa.
Estuvo en contra de la I Guerra Mundial por su corte imperialista, y se unió a los bolcheviques para viajar por diversos países haciendo campaña en contra de la guerra.
Aleksandra vuelve a Rusia para la Revolución de Octubre de 1917. Votó a favor de la insurrección y de la toma del Palacio de Invierno para construir un estado obrero. Recordemos su ascendencia aristocrática. No hay como revisarse los privilegios para ver que igual no los necesitamos o los merecemos.
Ganan la Revolución como bien cuenta la historia, y Aleksandra es nombrada para dirigir la Comisaría del Pueblo para la Asistencia Pública, lo que le convierte en ser la primera mujer que ocupó un puesto en el gobierno de una nación. Desde Cleopatra, que se dice pronto.
Y no os vais a imaginar lo que hizo: modificó leyes vigentes en las que la mujer estaba subordinada al varón, esas leyes que les negaban el derecho al voto, que les obligaban a cobrar menos salario y a trabajar en peores condiciones que ellos. La primera feminazi de la historia, cuando Hitler aún era cabo.
No contenta con eso, desde su posición en la Revolución participó para que se liberaran las relaciones sexuales y se aprobara el divorcio y el aborto, además de otorgarse a las mujeres salarios por matenidad, guarderías y hogares para los niños. Y se encargó de hacer campañas para dar a conocer a las mujeres sus nuevos derechos.
Pero tenían gulags.
Mientras, Lenin se encargaba de matar gente para que Stalin los redondeara a 100 millones de muertos.
En 1918 Aleksandra organiza el I Congreso Panruso de Mujeres Trabajadoras, donde se dedica a promover la participación de estas en la vida pública y sobre todo, animarlas a que estudien y acaben con el analfabetismo.
En 1921 apoyó al sector metalúrgico creando la Oposición Obrera, pero a su partido no le pareció bien ya tanta revolución por su parte y ordenó disolver el grupo, lo que le llevó a cierta marginación dentro del partido y perdió su influencia política, además de ser revocadas algunas de las leyes que promovió por Stalin.
En 1923 pasó al servicio diplomático, convirtiéndose en la primera mujer embajadora de la historia, y lo fue en Noruega, Suecia y México.
Cuando se retiró volvió a Moscú donde falleció el 9 de Marzo de 1952. Está enterrada en el Cementerio de Novodevichi, y en su tumba, en la que nunca faltan flores, hay una estatua que representa a la perfección el gesto bravo de esta luchadora y gran mujer.