Que una mujer se convierta en mito erótico en los años 50 tiene mérito, mucho, que llegue a representar la libertad sexual cuando era un tema tabú y roce lo irreverente haciendo que las mujeres de la época entraran en claro conflicto interior, todavía tiene más mérito.
Extremadamente inteligente, su belleza innata, su piel inmaculada, sus bellos ojos grisáceos, su sonrisa y su característico pelo negro como el azabache cautivaron a una legión de hombres.
Bettie Mae Page fue, es y será la Reina del Pin-Up. Su legado ha hecho que a lo largo de los años muchas celebridades como Madonna, Katy Perry, Beyonce y por supuesto pin ups actuales como Dita Von Teese o Bernie Dexter se hayan inspirado en ella a lo largo de sus carreras profesionales.
Bettie nació el 22 de abril de 1923, su familia distaba lejos de ser idílica; su padre abusaba de ella y la inquina que recibía por parte de su madre hizo que se refugiara en sus hermanos menores haciéndose cargo de ellos.
El divorcio de sus padres no hizo otra cosa que acuciar la mala relación que tenía con su madre porque lo ingresos se vieron disminuidos; fruto de ello Bettie y sus dos hermanas fueron ingresadas en un orfanato. Las niñas crecieron, vieron películas y se enamoraron ante las escenas tipo “show de película”. De adolescente ella y sus hermanas emulaban a las grandes estrellas del cine, copiando los distintos estilos de maquillaje y peinados; años más tarde la propia Bettie reconocería que viendo a sus adoradas estrellas del celuloide aprendió a posar.
De adolescente aprendió a coser, habilidad que desarrollaría más tarde en los diseños que lucía. Mujer inteligente, durante sus estudios en secundaria fue la segunda mejor de su clase; su inquietud y su arrolladora personalidad hizo que fuera directora del club de teatro, coeditora del periódico escolar, secretaria-tesorera del consejo estudiantil y algo muy dado en los colegios norteamericanos, fue votada como “la más propensa a triunfar” por sus compañeros de clase. Aquí diríamos que tenía “duende”.
La mala relación y los celos que sentía su madre por ella hizo que Bettie perdiera una beca para estudiar en la Universidad Vanderbilt; sin embargo los astros estaban de su lado y ganó una Licencia en Artes en la Universidad de Peabody (en aquella época que estas becas se asignaran a una mujer era muy poco habitual). Terminados sus estudios comenzó a trabajar como maestra, pero como ella misma reconocería años más tarde su aspecto fue un impedimento. No había manera de controlar a los chicos de la clase.
Después de esta intentona laboral se muda a San Francisco para trabajar como secretaria, pero Bettie soñaba con que algún día se convertiría en una estrella del cine al igual que sus adoradas actrices e incluso posar como modelo como hacían muchas de ellas. Su primera oportunidad le llegó de manos de un peletero de la ciudad; su figura, su negro cabello y su arrebatadora presencia hacía que la gente se distrajera. La campaña del peletero tuvo éxito y con ello consiguió una audición para 20th Century Fox, pero esta vez los astros no estuvieron de su lado; el estilismo que presentó y su fuerte acento sureño hicieron que no lo consiguiera. Bueno, lo podría haber conseguido sí, hay cosas que no cambian. Un productor le prometió una fulgurante carrera cinematográfica a cambio de sexo, ¿os suena? Bettie le rechazó, al productor y a todo aquel que le ofrecía las mieles del éxito a cambio de cama; incluido a Howard Hughes que la persiguió con la excusa barata de querer fotografiarla. Todas las llamadas que realizo Hughes fueron en vano, Bettie, como recordó años más tarde, lo tenía claro:
“Creo que la gente puede decir que cometí un error. Pero el sexo es parte del amor, y no deberías hacerlo en todos lados a menos que estés enamorado. Ciertamente yo no lo hice”.
Bettie por aquel entonces estaba casada, su marido Billy Neal estaba destinado en la guerra del Pacífico Sur, el matrimonio estaba sumido en un profunda crisis y Bettie rechazó algunos trabajos para centrarse en salvar su matrimonio, no lo consiguieron y se divorciaron.
Divorciada, siguió trabajando en San Francisco, viajó a Haití lugar del que se enamoró y finalmente elige como destino Nueva York donde tenía la esperanza de poder reconducir su carrera como actriz y modelo. Para poder afrontar los gastos trabajó como secretaria; lo que no sabía Bettie es que ese día de 1950 dando un paseo por la playa de Coney Island comenzaría el primer día del resto de su vida. Allí conoce a Jerry Tibbs, un policía aficionado a la fotografía; Tibss ve el potencial de Bettie y le ofrece fotografiarla y realizarle lo que hoy conocemos como “book”. Pero Tibbs no sólo la fotografío, también le sugirió lo que sería la gran marca de la modelo: su flequillo. Hay varias teorías al respecto; una de ellas que Bettie era de frente ancha y la otra con el flequillo la luz no se reflejaba en su frente. (Si hay algún fotógrafo entre nuestros lectores que se manifieste y nos aclare la duda, agradecidas).
El éxito fue arrollador, Bettie entró en a formar parte de las modelos catalogadas como Pin-Up consiguiendo que su físico fuera reconocido al instante. Rápidamente los mejores fotógrafos se la rifaban: su imponente físico, su picardía y la poca timidez que mostraba ante las cámaras hizo que fuera entrando dentro de la industria. Sus sugerentes fotografías en bikini, tacones altos, labios rojos era “sustraídas” de las revistas donde eran publicadas para cubrir las paredes de cientos, no, miles de hombres. La fama de Bettie creció tanto que la abrumaba pues ella nunca dejó de pensar que era una chica sencilla, quizás ahí radicó su éxito.
Durante cinco años fue modelo del afamado fotógrafo Irving Klaw, quien realizaba fotografías y filmaba a la modelo bajo encargo de sus clientes. Las fotografías y los filmes eran rompedores; el erotismo era tema tabú y Bettie rompió todo lo establecido. Comenzó a posar desnuda (aunque nunca fue fotografiada teniendo sexo explícito), comenzó a posar con temática bondage, convirtiéndose en la primera modelo de bondage famosa. Los cortos que filmaba Klaw también estaban enfocados en el mundo bdsm y el fetichismo; altos tacones, lencería, trajes de cuero, ataduras, azotes. En algunos de ellos se puede ver a Bettie interpretando a una dura dominatrix y en otros se mete en la piel de la sumisa, atada de pies y manos. Hoy en día algunas de esas imágenes se han llegado a convertir en verdaderos iconos.
Intentó retomar su faceta de actriz, de hecho tuvo algunos papeles en teatro y televisión, pero su carrera de modelo estaba tan asentada que los filmes mostraban a Bettie realizando bailes exóticos y eróticos. Sólo se le dio en una ocasión un breve papel hablado, de nuevo su acento sureño fue uno de sus mayores impedimentos. Pero Bettie era una afamada modelo y en eso se centró; la mejor modelo Pin-Up del momento, fue portada de la famosa revista Playboy en el mes de enero de 1955, año en el que también ganó el título “Miss Pinup Girl of the World”. Conocida como la “Reina de las curvas” o “El ángel negro” pudo continuar su carrera durante varios años, algo completamente inusual pues las carreras de otras modelos apenas duraban unos meses.
Pero su vida dio un giro radical, en 1958 Bettie entra al Templo Bautista de la Iglesia de Key West, allí le atrae el ambiente multirracial y comienza a asistir asiduamente e intenta convertirse en misionera cristiana en África a principios de los años 60, pero es rechazada por estar divorciada. No pudo ser misionera pero durante los siguientes años trabajó en varias organizaciones cristianas que le llevaron a residir en algunos estados norteamericanos.
En 1979 se muda al sur de California, allí sufre un colapso nervioso y le diagnostican esquizofrenia aguda, recibiendo tratamiento en un hospital psiquiátrico en San Bernardino.
Después de unos cuantos altercados debido a su enfermedad, Bettie fallece a los 85 años tras sufrir un infarto del que no recuperó la consciencia. Descansa en el Cementerio Westwood Village Memorial Park en Los Ángeles.