Fundado en 1890 por la falta de espacio en los patios de las sinagogas y la obligación de convertir los cementerios en extramuros que recorrió toda Europa, este nuevo cementerio judío de Praga tiene diez veces la extensión del antiguo y alberga unas cien mil tumbas, dándole la capacidad de servir durante un siglo.
Se encuentra justo al lado, separados por una carretera, del cementerio civil de la ciudad, el de Olšany, del que ya hemos hablado en el blog.
Este cementerio es conocido por su numerosa cantidad de monumentos art noveau por lo que es una clase de arte en sí mismo. Además en él podemos encontrar la austera tumba de Franz Kafka, según se entra a la derecha, en la primera fila. Hay que estar atento porque si no te la pasas.
El resto del cementerio es un paseo entre obras de arte, árboles y enredaderas por doquier, por lo que la sensación es como la de pasear por un parque muy silencioso.
Si queréis saber más sobre el arte que encierra este cementerio, podéis ver su página oficial aquí