Los antiguos griegos construían refugios públicos conocidos como stoa . Estos estaba normalmente compuestos por un banco para sentarse en forma curvada o rectangular, aunque también existen muchos restos de ejemplos en los que el banco también era recto.
En sus estructuras más simples, estas estructuras consisten en una columnata amurallada por un lado y con un techado. A veces en estos refugios existían asientos cavados en ellos. Las zonas para sentarse se conocían como exedrae, que traducido del griego significa “fuera del asiento”
Estas estructuras se utilizaban en gimnasios y plazas públicas Las curvas eran las grandes favoritas, ya que los alumnos podían tomar asiento en las clases de filosofía. Además, también se construían en casa y jardines privados como sitio de entretenimiento y para recibir visitantes.
Pronto estas exedras fueron utilizadas en los cementerios griegos: La ley griega prohibía expresamente enterrar dentro de la ciudad, así que los caminos de entrada a estas se convertían en espacios para erigir grandes monumentos funerarios y así mostrar el estatus familiar del fallecido y honrarle.
El entierro tradicional griego dicta que cuando una persona muere, se coloca sobre su tumba un montículo de tierra. Poco después se marca la parcela con piedras o más tierra. Cuando el dinero lo permitía, una lápida de piedra era la que marcaba el sitio del entierro de manera permanente.
La relación de los griegos con los difuntos no acababa ahí: era tradición que de vez en cuando amigos y familiares se acercaran a rendirle homenaje y se reuniesen alrededor de su tumba. Allí asistían con vino y manjares, que por comodidad se colocaban sobre el túmulo de tierra.
Si la familia tenía suficiente dinero para erigir un monumento a su difunto, solían escoger una tumba de mesa para poder colocar allí las viandas de las reuniones. La siguiente progresión lógica era construir un sitio donde familiares e invitados pudieran sentarse a conversar, lo que llevó las exedras a los cementerios. La exedra se adaptaba perfectamente a ese entorno: su forma semicircular o de tres lados ayudaba a delimitar la parcela funeraria, y su asiento permitía la comodidad de los dolientes.
La representación de las exedras en los cementerios no solo se limitaron a los griegos, si no que existen representaciones suyas a lo largo de todos los cementerios del mundo, y esculpidas en diferentes épocas. Maravillas arquitectónicas que sin duda realizan su cometido, ya que dan la sensación de bienvenida y acogimiento a la nueva morada de la persona allí enterrada.