En España mañana día 1 de Noviembre es festivo y tenemos la tradición de homenajear a nuestros fallecidos e ir a visitarlos a su última morada, los cementerios. Incluso estos días atrás paseando por estas necrópolis hemos podido ver como el silencio que impera normalmente se cambia por un trasiego de personas que se afanan en limpiar y remozar las sepulturas de sus seres queridos. ¿Pero cuál es el origen de esta tradición?
Hay que remontarse a la primitiva Iglesia donde se celebraba el aniversario de la muerte de un mártir; incluso era normal que grupos de mártires fallecieran el mismo día, ya que cualquier difunto que hubiese superado el purgatorio y gozase de la vida eterna, también debía ser venerado. Crecía el número de mártires y la Iglesia, creyendo que cada uno de ellos debía ser honrado, concretó un día en común para todos ellos. Para saber la primera de esta festividad hay que remontarse a Antioquía donde se celebraba el domingo antes de Pentecostés.
Es en el siglo VIII cuando el Papa Gregorio III pasa la fiesta al día 1 de noviembre en respuesta a la celebración pagana del Año Nuevo Celta, que se celebra la noche del 31 de octubre. Pensaba que al señalar esta nueva fecha, los nuevos creyentes irían abandonando sus antiguas creencias sin dejar de lado su cultura e identidad. Siguiendo la pauta de Gregorio III esta nueva tradición y costumbre se fue extendiendo gracias también a que Gregorio IV continúo con ella, siendo a día de hoy una fecha señalada en el calendario para que las personas puedan ir a visitar y rendir tributo a sus seres queridos.
Así pues mañana los cementerios se llenaran de flores; los claveles expresan admiración y homenaje; los gladiolos muestran la pureza del alma del difunto; las azucenas y los lirios, también se utilizan para homenajear a nuestros difuntos, pero sin duda la estrella es el crisantemo, ya que su corta floración (entre octubre y diciembre) nos enseña lo efímero de la vida. Paradójicamente, esta flor, el crisantemo, significa la vida para los orientales.
Las lápidas relucirán al estar acondicionadas y el cementerio se llenara de vida, pues a pesar del sentimiento de tristeza y añoranza que nos puede embargar porque nuestros seres queridos ya no están a nuestro lado, también está considerado un día para celebrar la vida.
Pasado el día de mañana no dejéis de pasear por los cementerios pues nuestros seres queridos siguen allí y sí, descansan en paz pero una visita de vez en cuando para acompañarlos o para que nosotros recibamos la paz que los camposantos emanan nunca está de más.