Las prisas de las grandes ciudades hacen que no se vean por ningún lado, bueno si, publicadas en algunos periódicos. Pero en las pequeñas poblaciones aún se sigue estilando, es más, si acaece un fallecimiento y no se pone la esquela en la iglesia, el tanatorio o en muchos portales casi se puede considerar una ofensa, al menos en mi pueblo.
Las esquelas son avisos fúnebres; aunque se desconoce el origen de este término, parece que procede del griego “skhida” que significa “astilla”. Posteriormente esta definición lo tomo el latín como “scheda” utilizándose para referirse a una breve carta o reseña donde se informaba de hechos destacados de la sociedad.
Con el tiempo esta reseña fue evolucionando hasta quedar relegada al mundo funerario y se sigue utilizando en la actualidad.
Generalmente las esquelas son publicadas por los familiares del fallecido, aunque no es raro que personas allegadas a él, como compañeros, amigos o socios lo hagan como tributo.
El formato, es de todos conocido, tampoco es que haya evolucionado mucho desde que comenzaron a formar parte de nuestras vidas. El borde en color negro o gris, colores relacionados con el duelo, si el fallecido profesaba algún credo también se incluye en la esquela. A continuación el nombre del fallecido, títulos si los tuviera, apodos, alguna cita y para cerrar esta primera parte de la esquela se informa de la edad del fallecido, lugar y fecha de la muerte.
A continuación suele presentarse un pequeño texto con los nombres de los familiares o allegados que comunican el fallecimiento; no es raro ver alguna frase de duelo o de despedida en referencia al difunto.
La esquela termina indicando la fecha y hora del velatorio y entierro, y si el fallecido o la familia son católicos, suele informarse de la ceremonia religiosa que se va a realizar en su honor.
Seguramente todos hemos visto una esquela de cerca, pero hoy daremos otra visión de las clásicas esquelas. Las hay que se salen de lo tradicional y lo establecido; algunas son claros tirones de orejas a los que se quedan, en otras se arenga a los vivos a celebrar la muerte tal y como hubiera deseado el fallecido. Vamos a verlas.
La esquela de por el fallecimiento del joven Mikel Marroquín puede “descuadrar” a cualquiera. Fallecido con apenas 25 años, su familia y amigos decidieron que al divertido y alegre Mikel le hubiera gustado una fiesta para despedirse de él. Y así lo hicieron, en la esquela el propio Mikel es el que invita a todo aquel que quiera a unirse a su última “fiestuki”. Desde luego murió joven, pero debió de vivir a tope.
Otra esquela guasona y con sorna es la que los amigos de Manuel Díaz Muñoz encargaron en su honor. Presidente del club Chumbalaka, según sus amigos era generoso con los demás, amable e innovador como pocos. ¿El lema del club? Veni, vidi, ligui… llegué, vi, ligué, así que os podéis imaginar cómo se lo pasaban los chumbalakas. Como no podía ser de otra manera en la esquela dejaron patente lo bien que se llevaban con un: Manolo, no nos esperes levantado, ya iremos llegando…tú a tú aire. Olé chumbalakas.
– Las hay que incluso muertos no piden nada para ellos, ni siquiera una plegaria. Es el caso de E. Zarauz que pidió que el dinero que se gastaran en coronas o flores lo donaran a Médicos sin Fronteras, es más, tan humilde debió de ser este hombre que la esquela termina diciendo: Gracias a todos, me lo he pasado muy bien. Magnífico.
– Cañeras por decirlo de alguna manera son las que desde estas breves reseñas manda “recados” a los que se quedan. Es el caso de la esquela de Soledad Hernández Rodríguez: la esquela la encargó ella misma antes de fallecer dejando en clara evidencia los malos cuidados, la falta de cariño y de apoyo por parte de sus familiares. No pudo ser más clara la buena mujer.
-Seguro que a más de uno se le desencajó la mandíbula cuando se publicó la esquela de Guillermo del Castillo. Publicada en un diario argentino en ella la esposa y los hijos del fallecido se despiden de él con dolor. A continuación sorprendentemente otra breve reseña hace referencia al señor del Castillo; la despedida de su amante: “Mi gordito querido, mi Guille… Gracias por estos 5 años de felicidad. Tu amor por siempre Susana. Evidentemente el pastel se descubrió, suerte para Guillermo que ya le daba igual.
Como veis hay de todo, no es lo habitual claro está, pero sin duda algunas de ellas nos hacen sonreír, otras nos “toca” por su dureza y nos hace ver que efímera es la vida. Vividla.