Antes de que la palabra tomase como principal acepción la que todos conocemos, la palabra placebo se usaba para designar a las personas que iban a los funerales haciéndose pasar por amigo del fallecido para poder comer y beber gratis.
En el siglo VIII, la iglesia cristiana de occidente tenía una forma establecida para el ritual de despedida de un miembro del catolicismo fallecido, tomando versículos de la Vulgata que eran respondidos por la congregación, las antífonas.
El Salmo 114:9 de la Vulgata dice “placebo Domino en regione vivorum” “complaceré al Señor en la tierra de los vivos” , de donde se extrajo la palabra.
En Francia era costumbre, después del oficio, distribuir comida para los allegados. Como consecuencia, parientes lejanos y otras personas ajenas irían a la ceremonia simulando gran dolor con la esperanza de recibir comida y bebida. Esta práctica estaba tan extendida que pronto se les empezó a conocer como “los cantantes de placebo” ya que este salmo era el primero que entonaban, interpretado desgarradamente, cuando asistían a un funeral.
No hay que confundirlas con las plañideras, que ya desde la época egipcia eran mujeres pagadas para mostrar su dolor, los placebo eran pillos.
Y no puedo despedir el post sin poneros la canción que he estado cantando en mi cabeza mientras escribía esto 😉