Por su nombre real no la reconocemos, Elisheda Rachel. Pero si decimos ojos violetas, fruto de una rara mutación que le hizo poseedora de una doble hilera de pestañas, que sus ansias de amar hicieron que se casara ocho veces y que su belleza rompió todos los moldes ya os habréis imaginado que estamos hablando de uno de los mitos de cine por excelencia: Elizabeth Taylor.
Nació en Hampstead, Londres, el 27 de febrero de 1932. Su madre, Sarah Sothern era una ex actriz retirada del cine cuando se casó con Francis Lenn Taylor para formar una familia.
Ya desde bien pequeña Elizabeth destacaba por su desparpajo, su simpatía y su buen carácter. Con tres años comienza a tomar clases de ballet que se ven interrumpidas poco antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, pues sus padres, para evitar posibles ataques, deciden regresar a los Estados Unidos. El lugar elegido para establecerse nuevamente son Los Ángeles; allí su padre abre una galería de arte, con muchas obras exportadas de Inglaterra. Pronto la galería comienza a tener prestigio y renombre gracias a que las celebridades de la época se pirraban por las pinturas modernas europeas. Esto fue un factor muy importante por la familia, pues gracias a ello a los Taylor se les abrieron muchas puertas dentro de la elitista sociedad californiana y también dentro de la comunidad cinematográfica.
El entorno de la familia pronto vio en la pequeña Liz una futura y prometedora estrella de Hollywood, e instaron a los padres a que hicieran una prueba de pantalla para el papel de la niña de “Scarlett O´Hara” que en ese momento estaba siendo filmada. Su madre, quizás por ya haber vivido el mundo de la farándula y el cine se negó. Ella quería volver a Inglaterra con su familia después de la guerra.
Pero el mundo del cine es feroz y rápidamente los contactos empezaron a moverse. Hedda Hopper, columnista de Hollywood presenta a Andrea Berens, novia del presidente de Universal Pictures a los padres de Elizabeth. La deslumbrante belleza de la niña también interesó a la Metro-Goldwyn-Mayer y esto hizo que ambas entraran en una lucha por conseguir que la niña Elizabeth estuviera bajo su tutela con un contrato. Ganó Universal Pictures y le ofreció un contrato de siete años.
Los comienzos no debieron de ser fáciles, hay que tener en cuenta que Elizabeth era una niña, sí, su encanto natural y su belleza en el mundillo del celuloide es un factor a tener en cuenta, pero también era una niña. En su primera película tenía nueve años y no logró cumplir las expectativas de los grandes magnates del cine.
Tuvo más suerte cuando rodó Lassie Come Home en 1943, allí conoció al también niño estrella Roddy McDowall, quien sería su amigo de por vida. La buena acogida le llevo al rodaje de Fuego de Juventud junto al jovencísimo actor Mickey Rooney y Angela Lansbury, que acababa de llegar a los Estados Unidos. Más de 4 millones de dólares recaudaron y gracias a ello Elizabeth consiguió un contrato a largo plazo en la MGM. A los doce años ya era toda una estrella de Hollywood; enamoró a los críticos que la auguraron una carrera prometedora.
Pero la niña dejó de serlo y había que ubicarla en papeles de adultos; en este periodo de transición muchos niños estrellas del cine caen en picado y nunca más se vuelve a saber de ellos a no ser que sean detenidos por posesión de algún estupefaciente. Pero Elizabeth supo gestionarlo y su paso a otro nivel más maduro, cinematográficamente hablando, fue fácil.
Se sucedió un sinfín de películas en las que la actriz supo explotar su innegable atractivo sexual; chica de 18 años se enamora perdidamente de un hombre de 38 años en Conspirator, motivo de peleas entre Rock Hudson y James Dean en Gigante o volver loco al mismísimo Paul Newman en La gata sobre el tejado de zinc. Su premió llego en 1960 cuando gracias a la interpretación de una prostituta de lujo en Una mujer marcada Liz gana su primer Óscar como mejor actriz. Supo elegir bien y siempre sus papeles tenían un tinte atormentado, con temperamento o problemáticos, algo que le vino como anillo al dedo pues por aquel entonces había otra actriz en la palestra: Marilyn Monroe, que tenía otro perfil completamente distinto. Así no hubo peleas entre ellas.
Su categoría de gran estrella quedó patente con una de las películas más caras de la historia: Cleopatra. Está película supuso que por primera vez una mujer cobrara un millón de dólares, cifra astronómica en aquella época y más para una actriz. Además de una cara bonita, Elizabeth también era una mujer inteligente y en el contrato hizo añadir una cláusula en la cual cobraría un porcentaje de la taquilla. ¿Resultado? Multiplicó su sueldo por siete.
También esta película estuvo rodeada del escándalo que supuso la relación entre Richard Burton y ella; ambos casados, no pudieron resistir el deseo que era más que patente entre ambos. De todos es sabido que se acabaron casando.
Esta mujer de ojos violetas además de actriz era una gran comprometida con la gente más desfavorecida socialmente. Sobre todo, se convirtió en una ferviente activista a favor de la lucha contra el sida; por desgracia ella misma vivió en sus carnes cómo algunos de sus mejores amigos caían víctimas de esta fatal enfermedad.
Ayudó y apoyó con ahínco a Michael Jackson cuando al cantante le acusaron de abuso infantil. Su relación surgió en una entrega de premios cuando la actriz apodó a Jackson como el “Rey del Pop” y desde entonces se hicieron inseparables.
Pero la vida de Elizabeth también tuvo sus pozos; problemas de salud a lo largo de su vida, más de 20 operaciones, subidas y bajadas acusadas de peso, adicta a las pastillas para dormir, a los analgésicos durante más de 35 años y al alcohol. Durante toda su vida paso reiteradas veces por centros de rehabilitación; nunca terminó de recuperarse.
Pero sin duda una de sus principales rasgos de belleza también pudo ser el condicionante a su enfermedad cardíaca. La extraña mutación que le otorgaba ese color de ojos y la doble hilera de pestañas era debido a una insuficiencia cardíaca congénita. Su corazón progresivamente se fue debilitando, dejando de bombear suficiente sangre al resto del cuerpo. A pesar de ser intervenida quirúrgicamente el corazón no pudo soportar tantos años de castigo y se paró el 23 de marzo de 2011.
La mujer que apenas tuvo infancia, que triunfó, que amó, que sufrió y que pesar de tenerlo todo a veces se le veía con ojos perdidos de soledad está enterrada en el Forest Lawn Memorial Park en Glendale, California. El acceso al público para poder ver a está gran mujer es restringido, tenedlo en cuenta si queréis ir a verla.