Estrellita Castro, la del caracolillo, como decía mi abuela. Una mujer de armas tomar. Marcó un antes y un después en la sociedad española de la época.
Aún hoy recuerdo el dolor que se vivió en mi casa un fatídico 10 de julio de 1983, cuando RTVE anunció la muerte de la estrella; aún hoy recuerdo cómo mi abuela, zurciendo calcetines, se arrancaba con “(…)María de la Oooooo….qué desgraciaita, gitana tú eres, teniéndolo to..(…)” con lágrimas en los ojos y aún hoy, nada más escuchar el nombre de Estrellita, lleva sonando esta canción popular en mi cabeza toda la mañana. Aunque, bien es cierto, la composición que la consolidó entre las grandes artistas españolas fue Mi jaca, una vez volvió de su gira americana.
No tuvo una infancia fácil. Siendo la menor de once hermanos y con su padre enfermo, a los doce años tuvo que ponerse a trabajar. Gracias a su portentosa voz, a su gracia natural y, cómo no, al apoyo de su madre, Sebastiana Navarrete, La Sebastiana, consiguió llevar algo de dinero a la casa familiar, cuando tenía la suerte de cobrar su actuación.
Y gracias al duro trabajo y a no amilanarse ante las dificultades, consiguió dar a conocer la canción española por todos los rincones del planeta. Y no solamente destacó en el mundo discográfico, también consiguió un pleno reconocimiento mundial en el cinematográfico, con más de cuarenta películas a sus espaldas.
Durante la Guerra Civil Española tuvo que emigrar, sin olvidar por un momento que su pueblo estaba inmerso en una fatídica contienda, y demostrando en todo el mundo el orgullo de sentirse española, llevando un hálito de esperanza para todos sus compatriotas.
Su corazón dejó de latir a los 75 años, en su casa de Madrid, meses después de perder a su compañero sentimental, Demetrio Corbi, con quien pasó los últimos años de su vida. Dejó de actuar e incluso de comer, murió por amor, con la misma intensidad con la que vivió su vida.
La capilla ardiente fue instalada el 10 de julio, en el vestíbulo del Teatro Lara de Madrid. Ante ella, con su peinado característico, desfilaron multitud de personalidades y amigos de la fallecida: Encarnita Polo, Rocío Dúrcal, Manuel Fraga,….
Al día siguiente, a las once de la mañana fue cerrado el arca y sobre él se desplegó una bandera española. El pueblo se volcó en su despedida. Las calles adyacentes al teatro se encontraban repletas de acongojados admiradores, así como los alrededores de la iglesia de San Martín, a pocos metros, en la calle Desengaño, a donde fue trasladado el féretro, bajo un silencio sepulcral, y se ofició la misa. Todos quisieron rendir un último homenaje a esta gran artista.
Una vez acabada la ceremonia, el cortejo fúnebre se dirigió a la Sacramental de la Almudena, donde fue recibido por Marujita Díaz, Marifé de Triana, Carmen Sevilla y el maestro Quiroga entre otros muchos amigos y compañeros de su devenir artístico, así como por su sobrina Estrellita y Encarnita Corbi, hija de su compañero sentimental. Y por supuesto por un pueblo desolado que no pudo evitar jalear el nombre de la artista mientras el arca iba descendiendo dentro de la fosa.
Me quedo con el mensaje de Marifé de Triana cuando se despidió de su amiga: “ hasta ahora, porque creo en Dios y sé que nos veremos en algún lugar”.
Descansa en paz Estrella, que aunque tu cuerpo ya no se encuentre en este mundo, tu alma, a través de tus canciones, seguirá presente en todos nuestros corazones.