Durante más de 140 años ha sido un secreto a voces, incluso con el tiempo su historia se convirtió en leyenda. El mismísimo Charles Dickens le dedicó un espacio en su revista All the year round en 1867, dos años después de que falleciera nuestra mujer ilustre de hoy… ¿u hombre?
El susto que se dio un 25 de julio de 1865 Sophia Bishop cuando preparó el cadáver del médico enjuto tuvo que ser morrocotudo. Quitarle la ropa para lavar el cuerpo y ver que el hombre para el que ella había trabajado durante años tenía genitales femeninos. Sophia por precaución, y quizás porque no la creerían, calló hasta después de la exequias: había fallecido “James Barry” Inspector General de Hospitales Militares del ejército británico. Ahí es nada.
Pero James Barry nació como Margaret Ann Bulkley en el condado de Cork. Los datos sobre su infancia son inexistentes aunque lo que sí ha acompañado a la vida de Margaret ha sido una velada conspiración.
Al parecer, Margaret tenía un sueño, estudiar medicina, algo impensable para una mujer en aquella época. Era sobrina del renombrado pintor irlandés James Barry, quien ideó junto con su madre una “farsa” para que su sobrina pudiera estudiar la carrera que tanto ansiaba.
Entra en escena el general venezolano Francisco de Miranda, amigo de la familia, que prometió que una vez conseguida la carrera, Margaret tendría un puesto asegurado en América como médico. No sé, ahora me pongo a pensar: montar la historia, que se sostuviera y sobre todo que el físico femenino de Margaret no diera la voz de alarma tuvo que ser algo que debieron tener muy en cuenta. Me imagino a Margaret vendándose el pecho hasta casi cortarle la respiración para esconderlo, cortarse el pelo, la ropa, los gestos, anular las posturas femeninas y adoptar las masculinas. Tuvo que ser duro ver como tu yo real se diluye y adopta el rol del otro sexo sólo por el hecho de ser mujer. Muy duro.
Montada la nueva identidad de Margaret, pasa a ser James Barry a tiempo completo; estudia y consigue licenciarse en la prestigiosa Universidad de Edimburgo. En ese momento ella pensaría que se marcharía a América a cumplir su sueño de ser médico y deshacerse de su masculinidad para poder volver a ser mujer; médico y mujer. Todo un hito.
Pero no pudo ser: en 1816 Miranda es encarcelado en España, frustrando los planes de Margaret, quien para poder seguir con su sueño de ser médico tuvo que seguir manteniendo la identidad de James Barry. Ingresa en el cuerpo de cirujanos del ejército siendo James y James se quedó para siempre.
La documentación existente del doctor James Barry nos cuenta que sirvió al ejército viajando por gran parte de los territorios del Imperio Británico: India, Malta, Jamaica, Crimea, incluso sirvió en Waterloo.
Pero lo que hizo esta mujer disfrazada de hombre fue encomiable; mejoró las normas de higiene reduciendo considerablemente los contagios por cólera. En las cirugías consiguió que el índice de supervivencia subiera gracias a la higiene con la que practicaba las operaciones. Con sus gestiones se controló de manera activa la lepra, incluso practicó la primera cesárea de la que se tiene documentación fehaciente; por supuesto, el bebé se llamó James Barry.
Como médico fue muy reconocido y además estuvo muy bien considerado, aunque también se le recuerda por su difícil carácter: tuvo duelos con pistola, incluso fue degradado, aunque esto no le impidió llegar a ocupar puestos de importancia como el de Inspector Generales en Corfú o Canadá. Aquí se ocupó nuevamente de mejorar la higiene pública, luchó contra la mala praxis médica y criticó duramente la forma en la que eran tratados los enfermos mentales.
En Canadá viviría hasta que comenzó a tener mala salud, enfermando de fiebre amarilla y volviendo a Inglaterra en 1864. Un 25 de julio de 1865 James Barry fallece dejando dicho antes que no quería que le cambiaran de ropa y que fuera enterrado con los mismos ropajes con los que falleciera. Nadie cumplió una de las últimas voluntades del doctor, así pues como ya hemos mencionado al principio Sophia Bishop fue a acondicionar el cadáver del doctor y su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró con el cuerpo de una mujer. Pero nada dijo.
Después del entierro y cuando Sophia Bishop contó lo que vio de primeras la tacharon de loca. Con el tiempo y algunas indagaciones comprobaron que efectivamente, James Barry era una mujer; incluso podría haber pasado un embarazo a lo largo de su vida pues las estrías características cuando una mujer está encinta podría ser viable.
También descubrieron su pequeño tesoro; un baúl con recortes de prensa femenina, cintas de colores, broches y aderezos, donde debió de volcar toda su frustración por no haber podido ser una mujer libre y médico. Aún así en su lápida reza ubicada en el cementerio de Kensal Green el nombre de James Barry y su rango oficial. Podrían darle el reconocimiento que se merece, ya es hora.