Este cementerio comparte muro con el Cementerio de Bellu, aunque tiene entrada independiente.
Fue construido a finales del siglo XIX y en el se encuentran algunas tumbas significativas para los católicos rumanos.
La tumba de Segatti Rosina Gelinda es uno de los sitios de peregrinación de este cementerio. Murió muy joven, dejando un gran vacío en sus hijos. En sus manos se pueden encontrar ofrendas y peticiones que hacen los rumanos por sus hijos para que estén sanos.
En este cementerio también existe una tumba sin nombre, la conocida como tumba desconocida. Se dice que las personas que no conocen a sus padres y quieren hacerlo, así como los que se encuentran lejos de sus familiares, rezan en ella para que se cumplan sus anhelos de reencuentro.
En la zona central del cementerio están enterrados los sacerdotes que han servido a la Iglesia Católica, así como las monjas que también formaron parte de ella. La gran mayoría fueron asesinados en las cárceles comunistas entre 1950 y 1964.
Es un cementerio de pequeñas dimensiones comparado con el de Bellu, pero encierra leyendas a cada paso. Los rumanos católicos rezan al Cardenal Iuliu Hossu cuando quieren superar un problema de algún tipo; a los esposos Petelenz, cuya hija murió muy joven, si tienen problemas matrimoniales o quieren crear una familia, y a Olguta Gambara, una niña de 8 años que falleció en 1912, si tienen problemas de salud.
Bien sea por creencias o simplemente por el amor a visitar este tipo de recintos, el Cementerio católico de Bucarest también merece su paseo por él.