El cementerio de Somosierra está anexo a la ermita de Nuestra señora de la Soledad, construida a principios del siglo XVIII, por lo que el primer cementerio data de esa época. La ermita y y por lo tanto el camposanto fueron centro de batalla durante la Guerra de la Independencia y en la Guerra Civil, encontrando en los muros de la ermita que dan al cementerio los cenotafios de los fallecidos en ambas batallas. 

El cementerio de Somosierra está rodeado por un muro construido por bloques de piedra y la purta de de forja ciega, con una cruz en lo alto de esta como única señal de que allí se encuentra en cementerio. 

En su interior encontramos un pasillo formado por el muro de la iglesia a la derecha y una serie de nichos y tumbas a la izquierda. Al final de este pasillo se abre el cementerio a un pequeño recinto con sepulturas al suelo en su gran mayoría, aunque en la ampliación dispone de nuevos nichos, ya que no queda espacio para los enterramientos en el suelo. 

La gran mayoría de las sepulturas son modernas, de granito pulido, aunque aún queda alguna más antigua de mitad del siglo XX, sin contar las mencionadas lápidas en la pared que nos remontan hasta el siglo XIX. 

Entre las sepulturas más modernas destacamos una con forma de libro y el epitafio «La muerte no interrumpe nada» que podemos leer en una de sus lápidas.