Inaugurado en el siglo XIX, El Cementerio de El Carmen de Valladolid data su primera inhumación el 1 de septiembre de 1833.

Nacido por la necesidad de sacar los enterramientos fuera de las ciudades, en el cementerio de El Carmen nos encontramos gran parte de la historia vallisoletana allí enterrada.

En su majestuosa puerta de entrada, típica de los cementerios del siglo XIX donde las puertas de entrada se asemejaban a la de los parques de la época (influenciadas además por las modas europeas de este siglo) encontramos el escudo de la ciudad dando la bienvenida a esta necrópolis.

En un principio ocupa parte de las huertas del Convento de las Carmelitas Descalzas y el pueblo lo rechaza porque está demasiado lejos.

Es un cementerio bastante grande, que ha ido sufriendo ampliaciones que han ido desviando la  avenida principal de la entrada, siendo ahora esta la zona donde está el panteón de ilustres vallisoletanos.

Nada más atravesar la puerta encontramos la zona que fue destinada como cementerio civil; en ella los símbolos masónicos, como en todos los cementerios civiles, son perfectamente visibles, aparte de la zona destinada a niños sin bautizar. 

Una vez dentro, el cementerio se convierte en una necrópolis donde los más pudientes y adinerados construyen grandes mausoleos frente a pequeñas sepulturas de piedra casi sin decorar; la vida y la clase vallisoletana descansa entre estos muros.

También existe una zona de recuerdo a los bomberos, policías y militares fallecidos en acto de servicio, así como un busto de Pablo Iglesias conmemorando a los fusilados durante la guerra civil.