Rito funerario mosuo
A orillas del lago Lugu, en China, a unos 2.700 metros sobre el nivel del mar, existe una comunidad de unas 40.000 personas que gracias a su aislamiento de la sociedad, ha conseguido mantener casi intactas sus tradiciones milenarias.
Allí habita la comunidad Mosuo, conocida como “el Reino de las Mujeres”
Basada en la agricultura y la ganadería, esta comunidad se rige por unas leyes que a nuestro mundo patriarcal occidental les suena completamente utópicas (si eres una mujer) o diabólicas (si eres un hombre).
Y es que las mujeres mosuo son las que eligen a su pareja sexual, en contraposición al resto de religiones, creencias, estados sociales etc. en las que la mujer es entregada al hombre.
Y lo llamo pareja sexual y no marido o compañero de vida porque los hombres se utilizan para eso.
Una vez llegada a la madurez sexual, las mujeres mosuo pueden elegir a sus amantes, en la cantidad que deseen, a lo largo de su vida.
Cuando de la unión sexual resulta un embarazo, el padre rara vez se encarga de la educación del vástago. Los padres de las criaturas, viven con sus madres, las que los parieron a ellos. Salen de casa para trabajar o fornicar cuando su mujer lo reclama, y luego se vuelve con su madre. Los niños y niñas que nacen en la familia, son criados por sus hermanos y tíos.
Bien, ahora que todas las mujeres que estamos leyendo esto queremos ser mosuas, vamos con su ritual funerario.
Las mosuo creen en la Madre Tierra y veneran a los perros. Existe el mito de que hace miles de años, los perros tenían una vida de 60 años, mientras que la de los humanos sólo llegaba a 13. Perros y humanos decidieron intercambiar las vidas y los humanos prometieron respetar siempre a los perros en señal de agradecimiento.
Los dos mayores eventos en la vida mosuo son el momento de la iniciación a ser adulto, que suele ocurrir a los 13 años, y su funeral.
Por sus creencias y veneración a la naturaleza y la Madre Tierra, las mosua buscan en su rito funerario la conexión del cuerpo con la Tierra y el encuentro con los ancestros. El alma (wali) sólo puede viajar con los antepasados si la persona ha fallecido de muerte natural y en su casa, y además se le prepara un correcto funeral.
Cuando una persona fallece, es acicalada por los hombres de la familia. Se le coloca en posición fetal con grasa de yak en las fosas nasales y la boca y se le coloca en el suelo en una especie de habitáculo a espera de que el sacerdote (normalmente alguien de la propia familia al que se le ha enviado a estudiar fuera y prepararse como monje budista) a espera de la fecha adecuada.
Mientras esperan esta fecha, danzas y cantos honran al difunto.
Cuando llega el día, el cuerpo se coloca en un féretro de madera llamado jiaozi y se transporta hasta la montaña donde es incinerado. Allí varios lamas bendicen al difunto, y el sacerdote principal bendice los frutos de las tierras, echando puñados de estos en el fuego durante la incineración. Mientras, los ancestros vigilan desde el cielo.
La tradición dice que si el ritual funerario se ha realizado correctamente, el alma se dividirá en 9 partes, una de las cuales acabará reencarnada en un animal y las otras en personas, pasados 49 días.