Mujeres Ilustres: Frances Glessner Lee
No voy a ocultar que me parece una de las mujeres más apasionantes que he ido buscando para homenajear en esta sección del blog y con la que me hubiese gustado charlar largo y tendido.
Frances Glessner Lee nace en Chicago en 1878. Su padre, un industrial con bastante dinero, educa a sus hijos en casa. Su hermano estudia en Harvard, pero a ella no le permiten ir a la universidad porque tiene que casarse con un abogado, Blewett Lee, relación que, como era de esperar, acaba en divorcio.
Siempre le ha llamado la atención la patología forense, afición que no era propia de nadie en general, y menos de una dama. Obtuvo el rechazo de su círculo más cercano por sus gustos, pero a la mente inquieta de Frances le daba igual, ella quería investigar acerca del tema.
Esperó pacientemente a que su hermano falleciera en 1930 para poder comenzar su carrera de investigadora. La herencia de la familia estaba en sus manos y por fin tenía el dinero suficiente como para poder dedicarse a su pasión. Tenía 52 años.
En sus inicios tuvo ayuda de un compañero de clase de su hermano en Harvard, especializado en medicina forense en Boston, y ambos presionaron para que los médicos “normales” fueran sustituidos por médicos especialistas a la hora de tratar con todos los aspectos de la muerte.
Así pues, con el dinero de la herencia, Frances Glessner creó el Departamento de Medicina Legal de Harvard (el primero en el país) y creó la Asociación de la Policía Científica, una organización nacional para el fomento de la ciencia forense que actualmente tiene una división dedicada a ella, llamada Frances Glessner Lee Homicide School.
Su programa en Harvard hizo que otros estados cambiaran sus métodos forenses, y detectives, policías e investigadores comenzaron a interesarse por sus estudios.
Entonces, a Frances se le ocurrió aunar la educación que le habían obligado a recibir con la que era realmente su pasión: creó 20 escenas de crímenes detallados al máximo para ayudar a los investigadores de homicidios a “condenar al culpable, limpiar al inocente y encontrar la verdad en pocas palabras”
Estos dioramas, creados en la década de los 40-50, todavía se usan en la formación forense de hoy, y por supuesto, en su momento revolucionaron por completo el modo de investigar los homicidios.
“The Nutshell Studies of Unexplained Death” fueron creadas minuciosamente para dotar a los investigadores de escenas de crímenes reales en las que pudieran ver cómo hasta ahora pasaban por alto pistas importantes o cometían errores imperdonables que llevaban a la falsa o falta resolución de los crímenes.
Ella misma recordaba las escenas de los crímenes en los que había estado y los representaba. Cada diorama explicaba una historia compleja en la que los estudiantes encontraban escenarios con homicidios, suicidios y muertes accidentales. Frances era una persona exigente y muy creativa, por lo que dotó las escenas de hasta el más mínimo detalle: tejía medias pequeñas a mano, hacía los cigarrillos rellenos de tabaco y los quemaba en un extremo e incluso fabricaba las cerraduras de puertas y ventanas. Cada diorama costó entre 3.000 y 4.000 dólares en materiales.
Así Frances Lee consiguió que el “trabajo de mujeres” que le habían enseñado de pequeña, sirviera realmente para algo. Pese a que era una mujer rica, buscó la justicia de todos y para todos, y lo hizo ver en su dioramas presentado a las víctimas reales de la época, principalmente mujeres y personas con pocos recursos. Quería que los alumnos reconocieran y superaran cualquier tipo de sesgo inconsciente y trataran cada caso con rigor, independientemente de la víctima que fuera.
Como las “cáscaras de nuez” siguen activas, la solución a estas se sigue manteniendo en secreto. A cambio, los informes de la escena del crimen (escritos por Frances para documentar cada caso) se entregan a los estudiantes junto a cada diorama para alentarles a mirarlos y meterse en ellos como si fuera una escena real. Tenían 90 minutos para estudiar la escena y al final del curos cenaban con Frances en el Ritz e intercambiaban opiniones.
Por su trabajo, Frances Glessner Lee fue nombrada capitán honorífica de la policía de New Hampshire, siendo la primera mujer que formaba parte de la Asociación Internacional de Jefes de Policía.
Fallece el 27 de Enero de 1962 a los 83 años de edad. Está enterrada en el cementerio de Maple Street en Bethlehem, New Hampshire.
En 2017 el Museo Smithsonian dedicó una exposición a Frances Lee con el título “Murder is her hobby: Frances Glessner Lee and The Nutshell Studies of Unexplained Death” donde se podían ver 18 de los 20 dioramas. Debajo podéis ver algunas de las fotos al detalle de estos, son impresionantes.