Cementerio de Fuentes Claras

Algo alejado de su población y rodeado por campos dedicados al cultivo encontramos el cementerio de Fuentes Claras. De solar rectangular dispone de todo su perímetro de un muro sencillo y encalado. Su frente principal es de distinta construcción, más reciente pues se configura con ladrillos. Aquí se ubica la entrada, obra de rejería rematada en su punto más alto por una cruz latina.

Una vez dentro un camino flanqueado por hilera de cipreses nos dan la bienvenida, a ambos la dos se encuentras las inhumaciones realizadas en tierra. Sus ornamentos funerarios son sencillas cruces de forja y otros elementos. También, podremos observar en las sepulturas pesadas lápidas de piedra o mármol blanco, sobre las que emerge la siempre presente cruz.

Adherida a su perímetro interior se encuentran la pandas de nichos, protegidas por techo a dos aguas se disponen con forma de hornacina, los arreglos florales, salpican este encantador cementerio que los habitantes de Fuentes Claras, se encargan de traer a sus seres queridos.

En el cementerio de Fuentes Claras existe aún una fosa en la que yace un vecino de Burbáguena asesinado el 9 de agosto de 1936. En ese punto, o justo al lado, podrían yacer un botero residente en Luco de Jiloca y los cuatro integrantes de dos matrimonios residentes en esa misma localidad que permanecen desaparecidos a día de hoy y cuya identidad no nos pudo ser facilitada por nuestros informantes, aunque de las investigaciones se desprende que probablemente procedían de la pequeña localidad de Piedrahita. Los nombres de dos de las víctimas podrían ser Francisco Rubio Calvo y Benjamín Laso Jartas.

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