Cementerio de San Fernando, Sevilla

Información

Dirección: Avenida del Doctor Fedriani s/n

Horario: de 08h a 18:30h

Tfno (ayuntamiento): 955 473 275

Coordenadas Google Maps: 37.415277, -5.982599

Cementerio de Sevilla

El cementerio de Sevilla, denominado San Fernando, fue inaugurado en el año 1852, pero sus puertas no se abrieron hasta 1853. Antes de este cementerio existieron cuatro más: el de Prado de San Sebastián, el de los Pobres, el de los Canónigos o Eclesiástico y el de San José de Triana.

Este cementerio está situado al norte de la localidad. Tiene planta triangular y es de grandes dimensiones. Tras la puerta de entrada encontraremos varias zonas ajardinadas de setos y una gran calle central que nos conduce hasta el fondo del cementerio. De esta calle salen otras varias a ambos lados. Todos los caminos están rodeados por distintos árboles.

Este campo santo se compone, casi en toda su totalidad, por sepulturas de suelo y panteones privados. Podremos disfrutar de muchos monumentos y panteones notables. Las agrupaciones de nichos las encontraremos por todo el recinto, aunque la zona del fondo es donde más calles de agrupaciones de nichos descubriremos. Este cementerio se puede considerar como un gran museo, pues sus esculturas y arte funerario son abundantes.

Los panteones más notables son de José de la Caba; Manuel Galiano; Balbino Marrón (Fernández Peñas, Viuda de Olea, Dª mariana Moreno, Matías Ramos, Concepción Lavilla); Joaquín Fernández Ayarragaray (Conde del Águila); Juan Talavera de la Vega (O”Neill Riquelme) y Manuel Martínez (Espartero).

Personas ilustres

Leyendas

El cristo de las Mieles

En la glorieta principal del cementerio se encuentra un Cirsto crucificado de gran tamaño, fundido en bronce y clavado en una cruz de madera. Es obra de Antonio Susillo Fernández, un escultor sevillano muy famoso en el siglo XIX. Hizo esculturas para diferentes reyes, incluido el Zar de Rusia, y por toda Sevilla hay repartidas diferentes esculturas suyas.

Se le encargó este Cristo, en el que puso gran esmero. Se cuenta que al montar la escultura, se dio cuenta de que a la hora de esculpir las piernas se había equivocado de posición a la hora de representarlas clavadas en la cruz. Esto le produjo tal desasosiego, que se suicidó.

Los sevillanos pensaron que el mejor homenaje que podían hacerle era enterrarlo en el centro del cementerio bajo su propia creación, aunque por motivos burocráticos acabó haciéndolo 44 años después de su fallecimiento.

Diez días después de su sepultura en su morada eterna, el Cristo empezó a llorar. No lágrimas ni agua, lloraba miel. El revuelo fue tal que el Vaticano envió a un representante para investigarlo. El milagro fue fácil de descubrir: por el peso de la escultura, la cabeza del Cirsto era hueca, por lo que unas abejas habían hecho su colmena allí. Cuando apretaba el calor, el bronce se calentaba y derretía la miel, provocando así las «lágrimas».

Localización

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Cementerio de San Fernando Sevilla

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