Cementerio de Laroles

Situada en el núcleo urbano encontramos la Ermita de San Sebastián, datada en el siglo XVIII tiene un singular vecino, el cementerio de Laroles.

De solar rectangular, este pequeño camposanto posee un muro enjalbegado y rematado por tejas a dos aguas.

Su entrada principal, se compone por un pequeño portón cobijado en un arco de medio punto, sobre el que emerge una sencilla cruz latina.

Una vez dentro un sencillo camino sin acondicionar nos guía en esta visita. Los árboles son testigos silenciosos de lo que allí observamos. Humildes inhumaciones en tierra, algunas de ellas-las más vetustas- cuentan con la ornamentación propia del último tercio del siglo XX. Cruces en variados tamaños realizadas con forja y acompañadas por pequeños arreglos florales.

Otras, se embellecen con pesadas lápidas de arenisca, piedra o mármol, donde sencillamente reza el nombre del  morador que allí se halla. También hay pequeñas agrupaciones de nichos, son sin mucha altura- alguna de dos cuerpos- y su oquedad semiesférica se encuentra protegida por una pequeña lápida con símbolos religiosos y flores.

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Cementerio de Laroles