Cementerio inglés de Florencia

Aunque actualmente queda en mitad de dos grandes boulevares formando una isla ovalada entre ellos, en el siglo XIX, cuando fue construido, se encontraba fuera de las murallas de la ciudad, en una zona alejada de esta.

No todos los florentinos estuvieron de acuerdo en que en 1827 se le vendiera a la iglesia evangélica de Florencia 8.000 metros cuadrados de las tierras del ducado con 15.000 liras. Los curas católicos de la ciudad no estuvieron muy de acuerdo con la venta y construcción, y los primeros meses organizaron batidas para ir a destrozar las tumbas protestantes.

En 1860 se consigue comprar más terreno y es entonces cuando se construye la casa del guardia en la entrada. En 1870, el gobernador de la ciudad nombra al terreno que hay alrededor del cementerio como Plaza de Donatello, haciendo así que quede integrado en la ciudad y que las supuestas futuras reformas no acaben con él por estar en un terreno “no reconocido”. Fue clausurado definitivamente en 1878, aunque en la actualidad aceptan cenizas.

La visita al cementerio inglés de Florencia empieza entrando por la puerta principal y única, situada en la Via Gramsci. El acceso hasta el cementerio es una pequeña aventura porque para llegar a él hay que cruzar 4 carriles a la salida de un semáforo (no hay ningún camino peatonal marcado para llegar a la puerta con pasos de cebra o algo parecido) así que preparaos a correr si vais.

Una vez hemos conseguido llegar sanos y salvos a la puerta, nos encontraremos con la casa del guardia, en la que actualmente hay una amable guardesa que abre el cementerio a diario de 15h a 18h (ojo con el horario reducido sin pretendéis visitarlo) a la que podrás hacer todo tipo de preguntas en inglés.

Traspasada una segunda puerta, nos encontramos una vía central a cuyos lados las tumbas están colocados en cierto desorden. Al final de este camino, una cruz de mármol preside el cementerio, regalada por el Rey de Prusia en 1858.

Muchos de los nombres de las tumbas están borrados bien por el paso por el paso del tiempo, bien porque se perdieron sus nombres durante la reconstrucción del cementerio después de la II Guerra Mundial. En él hay enterradas 1409 personas de los que 760 son británicos, 433 suizos, 87 norteamericanos, 84 italianos y 54 rusos. Además, es interesante ver que más de la mitad de las personas allí enterradas, fallecieron antes de los 40 años, con casi 170 tumbas de menores de 2 años, por ejemplo, o 165 con personas fallecidas antes de los 20.

Al estar situado en una colina, el ascenso entre las tumbas se torna bastante complicado una vez que se sale de los caminos. Más bien es casi imposible.

Entre sus habitantes podemos encontrar diferentes personajes ingleses y suizos que hicieron prosperar la vida florentina, en especial mujeres dedicadas al arte y la literatura, como Isabella Blagden o la poetisa Elizabeth Browning.

También se encuentra aquí enterrada Maria Anna Boecklin, bebé de 7 meses cuyo padre era el pintor Arnold Boecklin, el cual vivió durante un tiempo en el barrio del cementerio. Su cuadro “La Isla de la Muerte” es muy probable que esté basado en el hecho de la muerte de su hija, ya que la propia isla y su forma recuerda a la entrada de este lugar.

 

También encontramos aquí enterrados a los últimos descendientes de William Shakespeare, que casi pasan desapercibidos por estar muy cerca de una de las tumbas con una representación de la muerte más bonitas que he visto nunca. En la galería de imágenes podéis verla. 

Y cómo no, al ser un cementerio completamente decimonónico, la belleza de sus tumbas os atrapará sin dudarlo.