Cementerio municipal de Toledo

Información

Dirección: Paseo San Eugenio, 27. 

Horario: De 8:00 a 19:00 horas. 

Tfno (cementerio): 925 269 700.

Coordenadas Google Maps: 39.875559, -4.024712

Cementerio municipal de Toledo

Hablar de cementerio en Toledo es tarea complicada, ya desde el siglo I se han venido produciendo inhumaciones en la que fue la capital del Reino. Antaño y debido a que el río Tajo rodea la ciudad los enterramientos se efectuaban en la llanura Norte.

Por esta llanura se aglutinaban antiguos cementerios de todas las épocas y religiones: romanos, visigodos, musulmanes y judíos. Y sobre estos vetustos cementerios hoy se alzan los barrios conocidos como Santa Teresa, La Reconquista o San Lázaro.

También en el conocido a día de hoy como paseo de San Eugenio antiguamente  la comunidad judía asentó sus enterramientos, fruto de las excavaciones realizadas entre los años 2008 y 2013 se hallaron fosas fechadas en el siglo XIII.

Aquí en Toledo la vida marchaba sin prisas, una vez pasada la ocupación napoleónica en 1814, con montañas de ruinas por toda la ciudad y las sepulturas saturadas se gestiona el primer plan para habilitar un cementerio situado en la Vega Baja. El enclave elegido, un ex convento de los frailes Mínimos de San Francisco de Paula, situado junto a las ruinas de un circo romano. El proyecto firmado por Miguel Antonio Marichalar propone un espacio cuadrangular de 310 pies castellanos de lado, una capilla en la entrada y un patio dividió en segmentos los cuales serían asignados a cada una de las parroquias de la ciudad. El recinto dispondría de 3500 sepulturas dispuestas en el suelo y de cuatro galerías perimetrales para acoger nichos. Sin embargo el alto coste de proyecto hizo imposible su realización quedando tan sólo tangible en papel.

No fue hasta 1833 cuando la nueva Real Orden dispuesta por el Rey de España Carlos III, que instaba a la construcción de nuevos cementerios fuera de los sitios de culto cuando el Consistorio toledano,  aprovechara el mismo entorno de San Francisco de Paula y el propio circo romano antes mencionado para realizar el cometido. Dicho proyecto tampoco vio la luz pues no fue aceptada por la autoridad gubernativa.

Esto, sumado a una terrible epidemia de cólera acaecida en junio de 1834 hizo que las medidas preventivas para evitar el contagio fueran infructuosas llegado a propagarse el cólera causando estragos entre la población. En las siguientes semanas las imágenes de agonía y muerte reinaban por Toledo, los pudrideros hospitalarios de Tavera y de la Misericordia pronto se vieron saturados llegando a trasladar a los fallecidos a extramuros de la población y realización enterramientos de urgencia, algunos incluso se realizaron junto a Bisagra, actualmente conocida como la Calle de la Carrera.

Después de tanta desolación y muerte,  en 1835 el Consistorio logra hacerse con un terreno para poder comenzar las obras de lo que sería el nuevo cementerio.  Adquieren un “cigarral” en el paraje de Santa Susana, junto a la carretera de Ávila y, después de grandes esfuerzos para reunir el capital necesario consiguen 80000 reales para la obra. Así pues un frío 6 de diciembre de 1836 abre sus puertas el cementerio, el recinto se conforma por una capilla, una galería cubierta para 132 nichos, la dependencia para el sepulturero y una sala de depósito.

Casi sesenta años después en 1893 toma el relevo al antiguo cementerio el nuevo recinto que conocemos actualmente, situado en el paseo de San Eugenio comenzó a acoger almas un 7 de septiembre y está dedicado a la Virgen del Sagrario.

La entrada majestuosa se levanta cual muralla dispuesta a defender el descanso de quien allí mora, pasado este magnífico pórtico hallamos un pequeño pero hermoso jardín; cuidado con mimo aquí podemos tomar un descanso, meditar o acercarnos a la pequeña iglesia que se encuentra en uno de sus laterales.

Después de un breve descanso nos introducimos en las entrañas del cementerio municipal de Toledo, la caminata promete pues sus dimensiones son extensas y las sepulturas parecen querer enseñarnos sus mil y un detalles de ornamento.

Algunas de estos panteones muestras clásicos símbolos funerarios como la cruz latina, sin embargo también podremos ver búhos, capsulas de adormidera, las letras Alfa y Omega o el Crismón, todos ellos con gran carga emocional en su significado.

Los mausoleos distribuidos por el cementerio poseen una gran belleza arquitectónica, los estilos románicos y neogóticos se elevan esplendorosos haciendo que el paisaje se embellezca más aún. Veremos dolientes, magníficos trabajos de reja en las puertas de entrada a los mausoleos, bustos realizados en piedra que aportan solemnidad al conjunto. Las esculturas de ángeles también cuajan todo el entorno, algunos de ellos pequeños en tamaño pero grandes en belleza, los querubines acompañan a los fallecidos en su descanso eterno.

Las baterías de nichos también tienen su protagonismo en el cementerio municipal de Toledo, las pequeñas losas que cubren la oquedad se engalanan con grabados de ángeles, motivos florales y tempus fugit que nos informa de lo efímero del tiempo.

Sin duda un lugar idóneo para pasear, meditar y conocer más de la historia de la ciudad de Toledo y de sus habitantes.

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