Cementerio de Torredembarra

Cercano a su población encontramos el cementerio de Torredembarra, ya desde el exterior, podremos ver que dispone de una gran extensión rectangular cercada por un inmaculado muro.

Su entrada primigenia la podremos encontrar en uno de sus muros más cortos. Al abrigo de un arco de medio punto se ubica un bello trabajo de rejería, a sus lados dos faroles vigilan a quién entra en el cementerio. Se remata con el nombre del cementerio y el año en que acogió a su primer morador: 1819.

Entramos para contemplar cómo se encuentra distribuido, un sendero con arboleda baja divide en cuatro segmentos el recinto. Aquí se encuentran las inhumaciones en tierra, antiguos enterramientos de entre finales del siglo XIX y principio del XX. Sus ornatos principales se componen por aderezos de forja, principalmente cruces que emergen de la madre tierra. También algunos enterramientos están embellecidos con ángeles custodios, mensajero entre el Dios y el hombre.

Alrededor y adheridas a su pared interior se encuentran las agrupaciones de nichos, cobijadas bajo soportales y disponiendo de tres alturas. Sus elementos de ornato más vistos  son, la pequeña lápida que cubre el  orificio y símbolos cristianos como la cruz.

Seguimos nuestro camino para acceder,  a una de las dos ampliaciones acometidas en este cementerio de Torredembarra. Aquí el cuartel se distribuye en agrupaciones de nichos adheridos por todo su perímetro interior, embellecidos con mimo, se pueden observar símbolos de índole religioso, pequeñas fotografías de sus moradores así como algún enser personal.  El núcleo de este inmaculado cuartel,  se compone por un bello jardín, un manto de césped que acompaña a los siempre presentes cipreses.

Aún nos queda el último cuartel del cementerio, aquí  el enterramiento de forma de nicho sigue teniendo protagonismo. Su núcleo,  al igual que el anterior, se compone por un jardín haciendo parecer que estamos en un parque.

Fotografías cedidas por Toni Collbató: Patrimoni Funerari. 

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