A las afueras de la población y rodeado por monte bajo se encuentra el cementerio de Alcántara. Su planta rectangular se encuentra cercado por un sencillo muro encalado y rematado por hilera de tejas.

Este cementerio es una pequeña joya escondida en el tiempo; su andadura comenzó en 1894 y desde entonces se ha visto ampliado para cumplir con su cometido.  Una vez accedemos al interior vemos que la vegetación es importante aquí; jardineras, macetas cuajadas de plantas y árboles como los cipreses ocupan un importante espacio haciendo que el conjunto parezca un jardín.

Los senderos bien delimitados nos guían por el interior; las inhumaciones se van distribuyendo sin seguir un orden establecido. Las losas de piedra arenisca comparten espacio con el musgo que comienza a crecer en ellas. Su simbología es variada, cruces, cerramientos en forja y símbolos cristianos conviven en armonía.

Los panteones aquí dispuestos son edificaciones sencillas pero llenas de simbolismo; coronas de laureles, antorchas humeantes incluso veremos alguna pequeña corona tallada en la misma piedra.

Las agrupaciones de nichos se encuentran distribuidos por todo el recinto, de tres alturas y pulcramente encalados. Sus elementos de ornato son los tradicionales: símbolos cristianos y sentidas frases de despedida o duelo.

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