El cementerio católico de Trujillo se encuentra a las afueras del pueblo, en una zona de complicado acceso por un pequeño camino campestre. Tiene la curiosidad de que es de forma triangular, por lo que el cementerio tiene solo tres paredes, unidas dos de ellas por la puerta principl, pequeña, y cerrada con una ligera verja.

Una vez en su interior encontramos un pequeño cementerio muy sombreado gracias a los enormes cipreses centenarios que dan sombra a los que allí descansan y a los que visitan, de agradecer en el calor extremeño. A lo largo de los muros podemos encontrar los nichos, de formato de arco, no cuadrados, y conocer a través de ellos la historia de los trujillanos a través de ellas.

En la zona central encontramos una pequeña ermita, en la que encontramos placas conmemorativas dedicadas a los párrocos de la población. Entre sus habitantes podemos encontrar a varios militares, un artillero y al marqués de Miraflores, magistrado del Tribunal Supremo.

Hay pocas tumbas a tierra, colocadas en une pequeña zona; marcadas por antiguas cruces de hierro, el paso del tiempo ha hecho que resulte ilegible quienes eran sus moradores.

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