Cementerio de Calatayud

De solar irregular y adaptándose a su orografía el cementerio de Calatayud cuenta con gran extensión, su muro es sencillo aunque se encuentra en buenas condiciones e irradia luminosidad debido a su pulcro encalado. Nos adentraremos por la gran oquedad que se sitúa en uno de sus muros y que dos farolillos custodia, el recinto dispone de una amplia zona donde poder dejar los vehículos con tranquilidad.

Una vez dentro, el pasillo central nos guía, el cementerio se encuentra dividido en cuarteles o segmentos y se puede diferenciar con claridad las zonas con más solera de las actuales pues a los pies encontramos carteles identificativos los cuales nos dicen en que época fueron realizados. En cuanto a ornamentación funeraria este recinto por su dilatada historia se pueden observar desde los trabajos realizados en forja, con celosías y símbolos religiosos tan característicos en el último tercio del siglo XX a las nuevas técnicas como los grabados con láser en las sepulturas más actuales.

Este cementerio ha sufrido mejoras significativas como facilitar el acceso en las zonas de las inhumaciones más antiguas, ampliar las agrupaciones de nichos por ser este tipo de enterramiento el más demando en los últimos años así como habilitar un espacio del recuerdo en el que las familias que así lo deseen puedan depositar las cenizas de su ser querido.

Un auténtico museo al aire libre que hace imprescindible su visita y poder pasear por un recinto con tanta y bella historia.

Los monumentos de interés de históricos de la localidad que a día de hoy se pueden visitar, así pues no podemos dejar de visitar el Recinto fortificado, que data del siglo IX y es el más antiguo que se conserva de esa época en toda la Península. La Colegiata Santa María la Mayor se ubica en pleno centro urbano y se reconstruyó encima de una antigua mezquita, pasando a ser Patrimonio de la Humanidad desde el 2001.

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